sábado, 2 de julio de 2011

Lady Diana, la princesa que no debió morir


LONDRES, REINO UNIDO
“¡Oh! Dios mío” fueron las últimas palabras que salieron de boca de la princesa Diana poco antes de morir tras sufrir un accidente de tráfico en París en 1997.

“¡Oh! Dios mío, ¡Oh! Dios mío”, repetía la princesa poco después de que el Mercedes Benz en el que viajaba se empotrara en uno de los pilares del túnel del Puente del Alma, según el testimonio de un fotógrafo difundido por vídeo.

La ex esposa del príncipe Carlos, heredero del trono británico, falleció unos instantes después de haber pronunciado estas palabras junto a su novio Dodi Al Fayed, quien también perdió la vida.

¿Cómo olvidarla? Diana era maravillosa, única, sensible y simplemente un ángel que Dios mandó a la tierra para demostrar que los royals también tienen nobleza de corazón. Si aún viviera, ayer 1 de julio hubiese cumplido 50 años. El mundo entero la ha recordado como lo que fue: una invaluable mujer a quien no le importó la clase social ni la “sangre azul” que corría por sus venas con tal de dar amor a los más necesitados.

Su muerte aún es motivo de lágrimas y pesar para el mundo que lloró sin consuelo la partida trágica de una mujer que demostró que ni las joyas, la fama, los vestidos y el glamour o mucho menos el lujo desmedido y la presión de la realeza británica valían más que el amor.

Furor

Muchos sitios en internet han hecho análisis con expertos de cómo sería Diana en 2011. Habría sentado la cabeza y seguiría enfocada en su trabajo humanitario. No estaría casada y residiría en el Reino Unido.

Diana nunca podría vivir en el extranjero, separada de sus hijos. Dickie Arbiter plantea con firmeza un hipotético e imposible escenario. Antiguo portavoz del palacio de Buckingham, el aún fiel velador de la imagen pública de la familia Windsor se imagina en qué situación se encontraría hoy la princesa de Gales.

La madre de William y Harry murió en agosto de 1997, empotrada contra un túnel de París, pero su memoria se resiste a desvanecer. La fascinación por la princesa Diana sigue creciendo y no hay signos de que pueda decaer en el imaginario popular.

Su carismática imagen llena las portadas de periódicos, revistas y libros con tanta asiduidad como cuando acaparó, con vida, la atención del mundo entero.

Toda una diva

En las redes sociales se promueve su recuerdo con devoción cercana al fanatismo, incluida una página en Facebook.

Empresas privadas aprovechan el aniversario para comercializar monedas conmemorativas, estatuillas, piezas de joyería y de cerámica o calendarios.

En la era de la revolución digital, los programas informáticos ayudan a visualizar a una cincuentona Lady Di en las portadas de distintas revistas. Con toda probabilidad, ella habría disimulado esas arrugas que le pintan en la cara con maquillaje y una pizca de botox.

Pero para eso están las herramientas fotográficas, que permiten proyectar su atractiva sonrisa y esbelta silueta hasta un cumpleaños que la princesa nunca pudo celebrar. “Luciría todavía imponente, por supuesto”, observa Tina Brown, directora del semanario Newsweek y autora de la biografía de la princesa “Crónicas de Diana”.

Fuerte

En realidad, “Diana odiaba su cumpleaños”, señaló Paul Burrell, el último mayordomo que tuvo y el empleado de los Windsor al que la reina Isabel salvó de ir a la cárcel cuando la familia le acusó de robar objetos personales de la difunta aristócrata y de sus hijos.

“Diana solía quejarse de tener que pasar todo el día escribiendo cartas de agradecimiento por todas las flores y regalos que había recibido”, añadió en una reciente entrevista el que siempre ha presumido de ser la “roca” de la divorciada princesa de Gales.

“De los playboys habría pasado a los hombres de poder”, advierte la escritora, para después adjudicar a la princesa dos divorcios, además del único genuino con el príncipe Carlos. Para entonces, de acuerdo con el espejismo de la directora de la revista estadounidense, Diana se habría mudado a Nueva York, “su ciudad favorita, y regresaría a Inglaterra a visitar a William y a Harry”.

El guardián de la buena imagen de los Windsor discrepa. “Se especula mucho con que Diana residiría hoy en el extranjero, lo cual es absurdo. La princesa de Gales nunca podría vivir lejos de sus hijos”, defiende Arbiter.

“Seguiría aquí y sin marido. Dudo que se hubiera casado de nuevo. Solía decirme: ‘¿quién va a quererme con todos mis problemas e historias?’. Se sentiría sola pero, para compensar su soledad, hubiera aceptado a Kate Middleton como la hija que tanto había deseado”.

El antiguo portavoz de la casa Windsor apunta precisamente a los hijos de Carlos y Diana como principales portadores de la vela que mantiene viva la memoria de su madre. “La fascinación por Diana perdurará mientras la gente siga interesada en sus hijos. El interés ha crecido desde la boda real de su hijo mayor y la gente no dejará de hablar de Diana nunca”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario