martes, 26 de julio de 2011

“Nacimos de nuevo”, dice nica asaltado por Los Zetas


Horas de angustia y terror padeció el nicaragüense Benedicto Hernández, el pasado 22 de julio cuando fue asaltado y secuestrado por un grupo que se identificó como Los Zetas.


Hernández mencionó que él, junto a otras dos personas se desplazaban en un autobús aproximadamente en el kilómetro 53 de la ruta que va a Taxisco, en la frontera de Pedro Alvarado, Guatemala, cuando en una intercepción un vehículo les impidió el pase. Del mismo bajaron tres hombres armados, obligándoles a abrir la puerta. Eran las 11:00 p.m, desde ese momento por más de cinco horas los mantuvieron secuestrados. “Definitivamente nacimos de nuevo”, sostuvo Hernández.

Los asaltantes, que en total eran cinco, subieron al bus y obligaron a Hernández a tirarse al piso boca abajo. Mientras a uno de sus acompañantes, un misionero estadounidense, lo golpeaban para obligarlo a entregar lo que portaba.


Igual golpearon salvajemente a otro pasajero hondureño, a quien antes le habían dado un “aventón”. “Desde el momento en que ellos me golpean con la pistola, yo sentí que mi vida prácticamente la perdía”, dijo Hernández.
Agregó que los armados llegaron a disparar hacia el techo del autobús, mientras a él lo mantenían en el piso boca abajo, por lo que “lo menos que uno puede esperar es que le den un balazo a mansalva”.

Hernández, de la Asociación Cristiana Sol de Justicia, viajaba procedente de Estados Unidos rumbo a Nicaragua junto al misionero estadounidense David Paul Moore, quien traía el vehículo en donación a otra agrupación religiosa, en Managua.

Comentó que confiado viajó por tierra, pues ya ha realizado en anteriores ocasiones la misma travesía. Pero reconoció que no tomaron las precauciones debidas al continuar de noche el recorrido, pese a la inseguridad en ese sector de Centroamérica.

El nicaragüense relató que una vez que los hombres armados abordaron el bus, que a su vez remolcaba una camioneta, uno de ellos tomó el control del timón y por una media hora lo mantuvo en marcha. Posteriormente los hicieron descender del autobús y el que parecía ser el cabecilla junto a otro de los delincuentes, a pie “nos metió en un cañaveral”, en la carretera que conduce a Ciudad Antigua, Guatemala. En el lugar quedaron otros tres delincuentes.

Después de permanecer toda la noche del viernes en poder del grupo armado, a eso de 5:00 a.m. del sábado, éstos “se retiraron diciéndonos que nos quedáramos media hora más, que no nos moviéramos, porque si nos movíamos íbamos a perder la vida”.

Hernández apuntó que a las 5:30 a.m. del sábado, buscaron auxilio y 15 minutos más tarde, llegaron a un restaurante con el nombre de Sarita, muy conocido en ese empalme de la carretera que conduce a Antigua Guatemala, desde donde pidieron ayuda. Posteriormente llegó una patrulla que los llevó a la Comisaría de Escuintla, donde denunciaron el atraco.

El sábado por la tarde el misionero estadounidense fue al consulado, donde le facilitaron toda la ayuda necesaria. Mientras que Hernández debió esperar que sus parientes le mandaran dinero desde Nicaragua para poder viajar. El lunes llegó a Managua.

SIN DOCUMENTOS

Hernández aseguró que le preocupa que sus documentos hayan quedado en poder de asaltantes secuestradores, pues tiene vigente las visas de Estados Unidos y de México, lo cual puede ser utilizado para otros delitos por los asaltantes, por lo cual advierte a las autoridades nacionales y extranjeras de esta situación.

“Perdimos todos los documentos, pasaportes, documentos privados que traíamos”, relató Hernández quien agregó que además del autobús y la camioneta que remolcaban, llevaban 80 bultos que contenían ropa, ventanas, puertas, lavamanos, las que eran donaciones para beneficiar a sus comunidades religiosas.

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