lunes, 4 de julio de 2011

“Es tarde para una observación creíble”




MANAGUA
Cuando está a punto de cumplir su misión de tres años en Nicaragua, el embajador de Estados Unidos Robert Callahan, es el único de su gobierno que permanece en los países del Alba. Sus colegas fueron expulsados por los gobiernos de Venezuela, Ecuador, y Bolivia, pero Callahan se ha mantenido en Nicaragua a pesar de momentos de gran tensión en la relación bilateral. Esta particularidad revela la tónica de las relaciones del presidente Ortega con Estados Unidos, manteniendo una retórica de “alta intensidad”, y un canal de comunicación permanente para apagar los fuegos.
En una amplia entrevista para Confidencial y Esta Semana, el embajador Callahan relató, desde su óptica, los principales hitos de esta compleja relación diplomática.
El gobierno del presidente Ortega ha mantenido siempre una retórica muy confrontativa con el gobierno de Estados Unidos, pero pareciera que en los asuntos de fondo platican y se arreglan ¿las relaciones bilaterales hoy están mejor que cuando usted vino, o peor?
Yo diría más o menos igual. Hay sí, hay comunicación con el gobierno, tenemos contacto casi diario con varios elementos del gobierno, de varios ministerios, de las fuerzas armadas y la policía. Entonces, en este nivel anda bastante bien las relaciones, tenemos esta comunicación que es fundamental.
Al mismo tiempo, la retórica ha sido muy fuerte y eso tiene un efecto, no cabe duda, en las relaciones. No necesariamente con la embajada, sino con Washington más que todo, y no solamente en el Departamento de Estado sino también con el congreso, porque ellos no pueden prestar atención exclusiva a un país, ellos (se) forman opiniones basados de lo que leen, y cuando ellos leen acusaciones, por ejemplo que nuestra misión en Haití fue una invasión y una ocupación, ellos no se olvidan de eso, y eso desgraciadamente tiene un efecto en la actitud de Washington hacia Nicaragua. Allá ha perjudicado realmente la imagen de este gobierno en Washington.
Las crisis recurrentes
Ha habido momentos especiales de tensión en esta relación mientras usted ha estado como embajador, por ejemplo cuando fuerzas de choque vinculadas al partido de gobierno hostigaron la embajada, o después que se produjeron las denuncias de fraude electoral del año 2008, cuando se produjo posteriormente la suspensión de la cuenta del milenio. ¿Hubo un momento en que estas relaciones llegaron a un punto crítico?
Estos tres momentos obviamente, fue muy difícil, y también exactamente la cuestión de la manifestación que fue medio violenta en frente de la embajada, fue producto de la decisión de mi gobierno de comentar sobre la manera en que la Corte Suprema decidió de permitir la reelección del presidente Ortega, verdad, entonces este fue un momento bastante tenso, y con el ataque contra la embajada, una manifestación bastante violenta, un ataque contra mi persona, personalmente en la UCA, fue difícil.
También las elecciones municipales de 2008 cuando decidimos de suspender la Cuenta Reto del Milenio, este fue bastante difícil, y francamente de vez en cuando con la retórica de altos oficiales del gobierno ha sido una reacción en Washington. Entonces ha habido momentos muy tensos, pero sin embargo la cosa importante es que hemos podido superar hasta cierto punto estas crisis.
La suspensión de la cuenta del milenio, algunos la interpretaron como una represalia política que tendría efectos económicos sobre Nicaragua, otros lo ven como una oportunidad perdida para el pueblo de Nicaragua ¿existen posibilidades de que este gobierno u otro gobierno en el futuro pueda aplicar de nuevo a ese fondo?
Claro que sí. En el congreso por décadas los congresistas o senadores han acusado al departamento de estado y el USAID de tener una meta política en el apoyo bilateral, y la intención fue de sacar el apoyo bilateral de la política y establecer algunos criterios objetivos: gobernabilidad, institucionalidad; los presupuestos para programas sociales, educación, salud, hay diecisiete en total.
En el caso de las elecciones municipales de 2008 el problema fue la gobernabilidad, la institucionalidad, nosotros no tuvimos opción, porque fue para la junta directiva de la cuenta una violación de este criterio, y entonces nosotros decidimos de suspender la cuenta, para empezar, y darle al gobierno una oportunidad de responder a las acusaciones, no de nuestra parte, sino a las acusaciones de parte de muchos nicaragüenses, de la iglesia católica. El gobierno decidió de no responder, y después de siete meses realmente no tuvimos opción que cancelar el programa.
Nosotros nos dimos cuenta de las consecuencias para el pueblo más pobre, pero sin embargo el voto también es importante para cada individuo, hasta para los pobres, y es importante que el voto de ellos cuenta, porque ellos no son solamente seres económicos.
¿Qué tendría que hacer Nicaragua para ser elegible nuevamente y participar en ese programa?
Hay un proceso. La primera etapa es que hay una evaluación basado en estos diecisiete indicadores, si tienen notas suficientemente altas entonces la junta de la cuenta va a informarle al gobierno de Nicaragua a través de la embajada, que ellos califican calificarse para un nuevo compacto. Luego el gobierno tiene que expresar un interés en tener un compacto. El tercer paso es que la junta directiva de la cuenta decide entre los diez o doce que merecen un nuevo compacto; y el cuarto paso es de las negociaciones.
¿El gobierno actual ha dado alguna señal de interés de que quisiera una reapertura?
No, nada.
El caso de La Haya
El reclamo que ha hecho en estas semanas el presidente Ortega a través de medios de comunicación de que Estados Unidos debería de indemnizar a Nicaragua en cumplimiento de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de 1987, que estableció un monto de 17 mil millones de dólares. Mientras usted ha sido embajador en Nicaragua, ¿ese reclamo se ha presentado en ese diálogo bilateral, se ha llevado al departamento de estado, Nicaragua le está pidiendo eso oficialmente a Estados Unidos?
No, nunca. Bueno, el Presidente ha mencionado este caso varias veces, mas recientemente el fin de semana pasado, pero una nota diplomática, una carta, algo oficial no, no hemos recibido nada en la embajada.
Si es algo que es aparentemente es muy importante para el presidente ¿por qué no está en la mesa de negociaciones?
No, no, no.
¿Y Estados Unidos que haría en caso de que eso se formalizara?
No creo. Como yo dije recientemente, para nosotros el caso está cerrado, y en septiembre de 1991 un representante del gobierno de Nicaragua, el gobierno democráticamente elegido, fue a la Haya y retiró oficialmente el caso y nosotros tenemos ese documento de la Haya.
Pero ustedes no reconocen la jurisdicción de la Haya, Estados Unidos en su momento no aceptó esa resolución alegando de que la Corte no tenía competencia
Exactamente.
Pero Nicaragua si reconoce la competencia de la Corte.
Sí, en este caso tiene razón, esto fue en los años ochenta y no reconocimos la competencia de la Corte en este caso, sin embargo en la Haya estaba pendiente, entonces el gobierno de Nicaragua en aquel entonces decidió retirar el caso oficialmente, y nosotros tenemos este documento.
Como reaccionan ustedes al señalamiento de que Estados Unidos, en el caso de Nicaragua, invirtió muchísimos recursos en los años ochenta en la época de la guerra financiando las operaciones de la contra y en toda la etapa de reconstrucción, a partir del año 90, aunque ha habido un apoyo bilateral, ha sido mucho menor de lo que se invirtió para la guerra.
No sé si ha sido menor. Desde 1990 la cifra que nosotros tenemos es de más de dos mil millones de dólares, y esto es en ayuda bilateral, también hemos tenido la Cuenta Reto, hemos tenido otros programas a través de nuestro departamento de agricultura, por ejemplo, de trabajo, y también hemos tenido un programa de intercambio muy fuerte con las fuerzas armadas. En total estamos hablando de mucho más de dos mil millones de dólares, y no tengo las cifras para los años ochenta, pero me imagino que no llegaron a este nivel.

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