domingo, 3 de julio de 2011

Mónaco aclama y festeja a sus príncipes


MÓNACO, MÓNACO
Los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco se prometieron ante los ojos de Dios fidelidad en las alegrías y en las penas, también amarse todos los días de su vida ayer por la tarde en el principado.

Lo hicieron ante el arzobispo de Mónaco y representantes de casas reales europeas, nobles y un sinfín de rostros conocidos. También ante más de 800 invitados a los que se sumaron otros 3,500 monegascos como testigos del enlace. Todo el pueblo bendijo de una forma u otra a sus príncipes enamorados.

Durante el principio del enlace se pudo ver seria a la exnadadora sudafricana, algo más relajada tras la imposición de los anillos, especialmente cuando la soprano sudafricana Pumeza Matshikiza cantó en su honor.

No fue el único guiño a la tierra de la princesa Charlene, de 33 años, durante la celebración, en la que los gestos de complicidad de la pareja, con tímidas miradas al principio y beso con el que sellar su matrimonio.

Elegante

Armani vistió a Charlene de princesa, de las de cuento. El diseñador italiano creó para la ya primera dama de Mónaco una joya de vestido, con 40,000 cristales de Swarovski y 30,000 perlas doradas, nácar de color blanco y oro.

Dotó al traje de satén con el que entró en la historia del principado de una cola con bordados florales de las que ya no se ven, de las que a nadie deja indiferente, de las que evocan a bodas reales de una generación pasada. El resultado, simplemente espectacular. El entorno, la plaza del Palacio monegasco, bien lo merecía. Y Charlene, la alteza serenísima, se sintió segura con un alta costura que, a simple vista, no parecía fácil de manejar.

Completaba el vestido un sencillo velo, que realzaba más si caben las líneas sencillas de un vestido de cuello barco. Un escote que le iba a las mil maravillas a la princesa que durante años se entrenó y compitió como nadadora profesional. En su mano, un ramo que también diseñó Giorgio Armani y plasmado por el Garden Club de Mónaco con orquídeas y proteas rosas, la flor nacional de Mónaco.

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