miércoles, 6 de julio de 2011

“La observación es un deseo legítimo del pueblo”


ENTREVISTA
La carrera diplomática de Robert Callahan ha estado relacionada con Nicaragua desde los años 80, cuando estuvo en la embajada de Estados Unidos en Honduras como agregado cultural y oficial de prensa. Eran los años de la guerra entre el régimen sandinista y la Contra, apoyada por Estados Unidos. Más de 20 años después a Callahan le tocó servir de nuevo a su país en Centroamérica, esta vez directamente en Nicaragua y ante el segundo gobierno de Daniel Ortega.

Aunque su función no estuvo ausente de sobresaltos —como el ataque de una turba a las instalaciones de la embajada y a él personalmente luego de un discurso que dio ante la Cámara Americana de Comercio que enfureció al Gobierno—, su personalidad jovial y abierta así como su afición al beisbol y su participación en ligas de softball, le ganó la simpatía de amplios sectores en el país.

Nicaragua es su última misión en el servicio exterior, se retira después de 32 años y planea regresar a enseñar a las aulas universitarias, pero dice que su relación con Nicaragua no termina y está dispuesto a regresar “como civil” aclara.

Con su llegada hubo un fuerte cambio de política entre la que realizaba el señor Paul Trivelli y la que realizó usted. ¿A qué se debió ese cambio?

Esa es la política de mi gobierno y creo que el cambio realmente ocurrió cuando Tom Shannon llegó a ser el Subsecretario para América Latina bajo el gobierno de Bush, y yo creo que entre el gobierno del presidente Bush y el del presidente Obama no ha cambiado mucho específicamente en el caso de Nicaragua. Nuestra política aquí es promover la democracia pero sin meternos en los asuntos internos del país.

¿Sintieron que la política anterior no resultó?

Obviamente ese fue un factor. Los Estados Unidos se han metido en los asuntos internos de Nicaragua por casi un siglo y el resultado no ha sido muy positivo. Yo creo que hay algunos nicaragüenses que todavía creen que la embajada debe jugar un papel en la política interna y ellos vienen a pedirnos nuestra participación y eso para mí, y para mi gobierno, retarda la madurez política de algunos nicaragüenses ya que consideramos que ellos mismos deben asumir responsabilidad por sus actuaciones y su futuro. Yo me siento cómodo con esta política y mi gobierno también y creo que esa es la política que debemos continuar impulsando.

Pero hay otro factor y es que el actual gobierno de Nicaragua cree que nosotros nos estamos metiendo en las cosas internas y es importante que ellos sepan que la política ha cambiado.

¿Qué sucedió con el tema de los misiles SAM 7 que al final se disipó?

Cuando me estaba preparando para venir hablé con el embajador de Nicaragua allá, Arturo Cruz y él me dijo que estaba casi seguro de que los dos gobiernos iban a firmar el acuerdo para la destrucción de una cantidad determinada de misiles y nosotros íbamos a dar cinco millones de dólares al (Hospital Infantil) La Mascota para rehabilitarlo y comprar equipos más modernos, pero días antes de mi salida Arturo me informó que por decisión de este gobierno no íbamos a firmar el acuerdo. Cuando llegué hablé con el presidente y otros altos oficiales del Gobierno y les dije que estábamos dispuestos a hablar del tema, pero hasta la fecha no he recibido indicios de que exista interés en el tema.

Pero persiste la preocupación de parte de su gobierno por eliminar estos misiles...

En realidad (eliminar) todos los misiles porque es un arma ideal para los terroristas ya que tiene la capacidad de derribar un avión civil con 300 pasajeros, entonces no es sólo el caso de Nicaragua el que nos preocupa. Para mí habría sido un acuerdo ideal destruir armas de guerra y tener un hospital para niños mucho más moderno. Es una lástima que por sus propias razones haya decidido no firmar el acuerdo.

Usted tenía escasos meses de estar en Nicaragua cuando se dieron las elecciones municipales del 2008. ¿Cuál fue su impresión de los resultados electorales?

La embajada y mi gobierno tuvimos serias dudas sobre la transparencia de las elecciones y sus resultados. Como resultado de esas dudas decidimos suspender la Cuenta Reto del Milenio para darle tiempo al gobierno de responder sobre esas irregularidades que eran cuestionadas por la comunidad internacional, medios de comunicación y ciudadanos nicaragüenses. Después de ese tiempo decidimos cancelar la Cuenta, fue difícil porque la Cuenta había apoyado a los sectores más pobres, pero el voto también es importante; un proceso democrático, transparente y justo también es importante. Además, la Junta Directiva de la CRM tiene sus reglas y para ellos las elecciones de 2008 violaron los principios de gobernabilidad e institucionalidad así que no tuvimos opción.

¿Pero no fue un arma política para presionar al Gobierno?

En realidad no, porque fue el gobierno de Nicaragua el que decidió no responder. Además están los 17 criterios de la CRM que son bastante objetivos y son esos criterios los que deciden.

Usted dio un discurso en la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua en el que planteó la posición de su gobierno sobre la decisión de la Corte Suprema sobre la candidatura de Ortega, esto provocó actos de violencia contra usted y contra la embajada ¿Cómo evalúa hoy sus palabras?

Esa es la posición de mi gobierno. Yo no hago declaraciones públicas sin el apoyo de Washington. En la evaluación con Washington, preguntando a expertos legales aquí y allá, sobre la decisión de la Corte decidimos decir públicamente que la manera, no el hecho de la postulación, sino la manera en que fue cambiada (la ley) era preocupante. Yo creo que el embajador gringo aquí es una figura pública y siempre he pensado que debo al pueblo y al gobierno nicaragüense una explicación de lo que estamos haciendo y por eso decidimos hacerlo y eso provocó reacciones violentas en la embajada y dos días después en la UCA contra de mi persona, pero eso es parte de la responsabilidad de explicar nuestras acciones.

¿Cómo evalúa a la oposición después de tres años acá?

Yo tengo mi opinión pero creo que debo guardármela porque deben ser ustedes los nicaragüenses los que deben decidir si la oposición está funcionando o no, pero obviamente es una oposición fragmentada pues hasta donde yo sé no hay grandes diferencias ideológicas entre los diferentes partidos de oposición, pero son ellos los que deben decidir, ya que la experiencia de 2006, la situación, se está repitiendo. Eventualmente creo que los líderes de la oposición se darán cuenta que la unificación es importante para dar al pueblo una opción clara entre un partido de izquierda y otro de centro derecha. Pero son ellos los que deben decidir no nosotros.

Usted habla de oposición fragmentada pero ¿no le queda claro que aquí hay gente que hace oposición real y hay otros que sólo usan el disfraz de opositor?

Ese es un tema bastante delicado y no puedo tocarlo públicamente.

¿Cómo evalúa el proceso electoral hasta el momento?

Obviamente hay inquietudes de parte de muchos nicaragüenses en cuanto al proceso de cedulación, la actualización del padrón electoral, todavía estamos esperando una definición en cuanto a la observación electoral. Para nosotros es importante que los nicaragüenses tengan confianza en los resultados y para eso es importante la observación, sobre todo nacional, pero también internacional. Y la observación debe ser para el proceso, no sólo para el día del voto. Nos gustaría ver un proceso transparente en el que los nicaragüenses tengan fe.

Pero cree que este sea un proceso transparente cuando el candidato es cuestionado, los magistrados son cuestionados porque se les venció el período...

El proceso claramente tiene problemas. Para mí la encuesta que mostró que más del 70 por ciento del pueblo nicaragüense quiere observación es clave porque en una democracia el gobierno debe responder a los deseos legítimos del pueblo y este es un deseo legítimo del pueblo y de nuevo, la observación nacional es más importante que la observación internacional, nosotros y muchos otros, creemos que ellos deben tener a oportunidad de observar las elecciones sin limitaciones.

Pero la Unión Europea y el Centro Carter consideran que ya el tiempo que quedó para observación no es el adecuado.

Es muy, muy, tarde ya. En el 2006 ya para marzo había observadores trabajando y con tantas quejas es importantísimo que inmediatamente haya observación. Una observación que llegue en octubre puede servir para observar el día del voto y el conteo, pero con tanta queja hay que observar todo el proceso y francamente no puedo entender cuál es la renuencia de parte del gobierno de tener una observación abierta y transparente, porque eso da credibilidad al proceso y es positivo para el gobierno y para Nicaragua. Sé que algunos oficiales del Consejo han dicho que ellos saben cómo hacer elecciones. ¡Muy bien! entonces ¿por qué no mostrárselo al mundo?

¿Qué podemos esperar de la política de Estados Unidos hacia Nicaragua con una relección de Ortega?

Es difícil especular, pero queremos relaciones buenas, respetuosas y maduras con Nicaragua, pero nosotros tenemos nuestros intereses, principios y valores que se expresan a través de la carta democrática interamericana y es importante para nosotros que un país sea democrático, pero no sólo con elecciones libres y observadas sino con un gobierno que respeta las libertades básicas, que da espacio a todos a expresarse y que quiere mejorar las condiciones políticas y económicas de un país. Mucho depende de la actuación del gobierno, si anda en un sendero democrático seguramente vamos a profundizar nuestras relaciones, pero si hay problemas como en el 2008 eso va a causar algunos problemas en nuestras relaciones.

¿Podría esperarse que Estados Unidos retire su apoyo a Nicaragua en organismos como el FMI?

No puedo especular, pero hay condiciones que son importantes para Estados Unidos y además hay siempre competencia para el apoyo bilateral de nuestro dinero, y el apoyo va a ir a los países que están tratando de establecer democracias representativas.

Su país tiene una ley que prohíbe el apoyo bilateral a países que no manejan su presupuesto con transparencia. ¿Se podría aplicar esa ley en Nicaragua por el caso de la cooperación venezolana?

El año pasado hubo problemas, hubo un debate en cuanto al “waiver” para Nicaragua. Ha mejorado un poquito porque tenemos algunos datos sobre el apoyo venezolano, pero para nosotros se debe ser bien detallado en la información sobre dónde va el dinero. Pero no es solamente la Casa Blanca sino también el Congreso. Actualmente tenemos en el Congreso y el Senado un interés más fuerte en lo que está ocurriendo en Nicaragua y ellos pueden tener un gran impacto en nuestra política exterior.

Así es, hay congresistas cubanoamericanos que tienen un electorado que mira hacia Nicaragua. ¿Qué podrían hacer para influenciar la política exterior?

Bastante. El Congreso tiene el poder del bolsillo porque el Congreso inicia las leyes relacionadas con el presupuesto. Ellos son el primer paso para otorgar el dinero de acuerdo a la Constitución y eso les da mucha influencia. Y no son sólo los republicanos sino los demócratas como el senador Bob Menéndez de Nueva Jersey, él también tiene interés así que no son sólo los republicanos sino los demócratas también.

Y hablando de Menéndez, su sustituto designado no ha sido ratificado por el Senado y Menéndez se opone. ¿Es esto usual?

No es común, especialmente para un diplomático de carrera, pero hay casos. El senador Menéndez puso una suspensión en el proceso de Jonathan Farrar pero yo tengo confianza en que la Casa Blanca hable con el Senado porque es importante que Jonathan venga aquí lo más pronto posible debido a las elecciones.

¿Podría suceder que mantengan esto en suspenso hasta después de las elecciones?

Claro que sí, hay casos de un año, dos años en suspenso, pero el presidente puede hacer un nombramiento de receso, cuando el Congreso está en receso, pero bajo ciertas condiciones ya que la persona nombrada sólo puede servir durante el período del Congreso en que se efectúa el nombramiento y hay un nuevo Congreso cada dos años... Pero debido a que Menéndez es demócrata creo que la Casa Blanca puede hablar con él y explicar la actuación de Jonathan como un diplomático de carrera. Porque debo destacar que lo que Jonathan Farrar hizo (en Cuba) es lo que todos los embajadores hacemos y es promover la política del Gobierno, somos diplomáticos profesionales y tenemos que servir a gobiernos republicanos y demócratas; y eso fue lo que él hizo: promover la política de Barack Obama hacia Cuba.

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