Nicaragua tiene pocas perspectivas de crecimiento económico, mientras no exista una apuesta real a reducir las brechas educativas que permitan a su población alcanzar al menos esos 11 años de escolaridad, establecidos como condicionante para que un país encuentre la ruta de evacuación de la pobreza.
El promedio de la población nacional que ha accedido a la educación es de apenas 4 y 7 grados. Situación derivada de lo que el economista Adolfo Acevedo califica como “desgrane” del sistema educativo, fenómeno que se puede constatar dándole seguimiento a una generación que ingresa al primer grado de Primaria.
El análisis del desempeño de quienes en 2003 se matricularon en primer grado evidencia cómo los menores van renunciando a la educación. Ese año, la matricula en primer grado fue de 241,800 niños; en 2004, al segundo grado, solo se inscribieron 179,700. En 2005 la matrícula en tercer grado fue de 156,200 escolares, de modo que en 2008, cuando esa generación estaba preparada para culminar el sexto grado, solo 105,900 se matricularon. Es decir, que más de la mitad (135,900) de la matricula original no concluyó la Primaria en el tiempo correspondiente.
He ahí la razón de por qué Nicaragua ocupa el último peldaño de los países de América Latina en Sobrevivencia al Último Grado de Primaria, con un 47.7%. Condiciones solo comparables con las que presentan países del África Subsahariana, señala el experto, destacando que el resto de naciones presentan valores por encima del 60% para este indicador.
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