viernes, 17 de septiembre de 2010

OPINION....Las canas nos identifican

Manuel A. Bonilla: manolobonillaSPAMFILTER@amnethn.com
Hace unos días una persona joven me preguntó: ¿Qué se siente ser viejo? No me sorprendió, ya que en realidad puedo contestar que ya soy viejo. Al hacerme viejo, le dije, me he dado cuenta que es un regalo de Dios y soy ahora -probablemente por primera vez en mi vida- la persona que siempre quise ser.
A través de los últimos tres años mi corazón se ha roto y ha tenido que ser reparado varias veces, pero éste corazón roto y reparado es lo que me da fuerza, entendimiento y compasión; un corazón que nunca se ha roto, nunca sabrá de la felicidad que me ha dado Dios.
Soy bendito por haber vivido lo suficiente, para que mis pocos cabellos se vuelvan escasos, que tomen un tinte plateado y conserven el reflejo de la sonrisa de mi juventud. Alguna vez recapacito en mi cuerpo, en mi modo de andar, de mi calvicie, y alguna vez me sorprendo de la persona vieja que vive en mi espejo. Pero no me preocupo de esas cosas y no cambiaría a mi familia, a mis sorprendentes amigos y a mi maravillosa vida, por tener menos canas, más pelo y un cuerpo tremendamente musculoso. Al envejecer me he vuelto más amable conmigo y menos crítico de mí mismo y me he convertido en mi mejor amigo. No me regaño por comer un poco de más o menos de lo correcto. He visto muchos familiares y amigos partir de este mundo muy pronto, antes de que entendieran esto de la libertad de hacerse viejos.
¿A quién le interesa si leo o escribo en mi computadora por mucho tiempo y después descanso, quién sabe cuántas horas? Si me vieran bailando a los acordes maravillosos de la música de los años 50 o 60, sépanlo, es porque no me he olvidado mi juventud. Si camino por las playas con mi traje viejo de baño, recibiré miradas de compasión de los o las que usan bikinis, ellos también se harán viejos, si tienen suerte. Sé que algunas veces soy olvidadizo, pero me acuerdo de las cosas importantes, sobre todo pagar las deudas. Tantos han criticado a los que chocheando olvidamos todo y se han ido antes de que sus cabellos se volvieran blancos. Cuando vamos envejeciendo es fácil ser positivo, ignoramos lo que otras personas puedan pensar de nosotros.

Me gusta ser viejo, porque tengo libertad y me gusta la persona en que me he convertido. Sé que no voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí, me preocuparé de cómo será mi vida, debo ser generoso y hablar amablemente y el resto se lo dejo a Dios. Ustedes también se sentirán felices mañana, porque Dios despertará antes que ustedes y hará pasar el sol en sus ventanas y por medio de sus rayos les estará mandando bendiciones. Queridos amigos: disfruten sus años de vida y no sufran si van perdiendo la juventud. Vivan y amen. Ustedes tienen un gran valor para Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario