viernes, 10 de septiembre de 2010

Denuncian pésimo servicio y abusos en San Jacinto


Justo en la semana de las efemérides patrias, que es cuando recibe más visitantes, la Hacienda San Jacinto enfrenta una serie de graves problemas: falta de agua y luz, cobros ilegales de un policía por acceder al histórico sitio y hasta carencia de servicios sanitarios.
Los visitantes adultos, extasiados con la historia de la primera guerra nacional y centroamericana, llegaron desde diferentes puntos del país con el objetivo de recrear y educar a los más pequeños, generalmente alumnos de primaria y secundaria, sin sospechar de las malas condiciones a las que se iban a enfrentar durante su estadía.
“¿Cómo es posible que abran en estos días y nos reciban así? No hay agua, ni servicios higiénicos, ya hemos venido en varias ocasiones y siempre hay problemas, andamos con niños y nos piden hacer sus necesidades. Los hemos tenido que mandar allí, escondidos, al aire libre o en la casita de la esquina, donde cobran cinco pesos”, denunció la maestra María Auxiliadora Valle, del Centro Escolar Carlos A. Bravo, de la ciudad de Granada. La educadora visitó ayer la Hacienda San Jacinto junto a 173 estudiantes de primaria.
A toda voz se escuchaban palabras de fastidio y aflicción de parte de los docentes, quienes repetían reiteradas veces: “Si venimos aquí fue sólo para cumplir, porque está dentro del plan de estudio”.
Carla Méndez, responsable del museo desde hace 11 años, reveló que el problema se debe a la falta de combustible en la planta de energía eléctrica, la cual no permite la extracción de agua de un pozo aledaño a la zona. “Tuvimos problemas con la bomba de agua, ya que ésta no funciona sin luz, esperamos que pronto se normalice”, declaró Méndez.
Hacienda convertida en “circo”
o Los corrales boscosos que el 14 de septiembre de 1856 sirvieron de campo de batalla, hoy están siendo utilizados como terrenos para paseos en caballo. Los vendedores ambulantes se apiñan en las zonas sombreadas ofreciendo sus productos y los chavalos corren de un lugar a otro, sin prestar atención a las enseñanzas brindadas por los guías. “Los vendedores y los hombres de los caballos nos miran de manera irrespetuosa, hasta miedo nos da, porque uno aquí viene para aprender y relacionarse con gente educada”, expresó Victoria Moreno, alumna del Experimental México.
El permiso para que los comerciantes pudieran ingresar al lugar lo extendieron las autoridades del museo de San Jacinto. “Se les da un permiso, se cobra 20 córdobas, todos los años vienen a vender”, dijo Carla Méndez, responsable del museo.

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