domingo, 12 de septiembre de 2010

11-S: Manifestaciones ensombrecen aniversario


Nueva York, Estados Unidos
Una serie de ceremonias solemnes en zona cero en Nueva York, el Pentágono y el lugar donde se estrelló un cuarto avión en Pensilvania iniciaron ayer la conmemoración de los atentados del 11 de septiembre de 2001 con un clima tenso.
El sobrio homenaje dio paso a una guerra de proclamas por la construcción de una mezquita. Si a primera hora, los políticos y los familiares de las 2,752 víctimas de los atentados contra las Torres Gemelas protagonizaron un contenido acto de recuerdo de los fallecidos, momentos después, concentraciones, rezos y manifestaciones a favor y en contra de la edificación de un centro islámico se adueñaron de la zona cero.
En una soleada Nueva York, el vicepresidente Joseph Biden y el alcalde Michael Bloomberg se encontraban entre los participantes del rito anual de lectura de los nombres de las víctimas.
La ceremonia comenzó con la interpretación del himno nacional por parte de un coro de jóvenes en la zona cero, donde los trabajos de reconstrucción comienzan a tomar cuerpo. Acongojados parientes sostenían carteles con las imágenes de sus seres queridos bajo un cielo celeste radiante.
De las 2,752 víctimas contabilizadas en Nueva York 1,123 aún siguen sin haber sido identificadas, lo que explica que para muchos familiares la zona cero sea lo más parecido al cementerio de los seres queridos que perdieron hace nueve años.
Además, depositaron sobre un pequeño estanque artificial flores y recuerdos en una zona en la que por primera vez se empiezan a notar los avances de las obras de reconstrucción del World Trade Center.

“Ninguna otra tragedia pública ha rasgado nuestra ciudad de una forma tan profunda. Ningún otro lugar está tan lleno de compasión, amor y solidaridad”, dijo Bloomberg en la ceremonia en la que Biden leyó el poema de Henry Wadsworth Longfellow “The builders”.

“No venimos a llorar, sino a recordar y reconstruir”, dijo el vicepresidente.

El mandatario Barack Obama y la primera dama Michelle Obama asistieron a servicios separados en Washington y Shanksville, Pensilvania, en honor de las víctimas de los aviones de pasajeros secuestrados que fueron estrellados contra el Pentágono y contra un maizal en 2001.

Al hablar en “tierra sagrada” en el Pentágono, Obama mencionó la polémica de la mezquita y la amenaza de un pastor protestante de la Florida, luego retirada, de quemas ejemplares del Corán.

“No cederemos a su odio”, insistió Obama. “Como estadounidenses, no estamos ni estaremos nunca en guerra con el islam”.

El mandatario insistió que EUA no está en guerra con el islam y tildó a los atacantes de Al Qaeda de “una patética banda de hombres” que ha pervertido su religión.

“No fue la religión la que nos atacó ese día de septiembre. Fue Al Qaeda, un grupo lamentable de hombres que pervierte la religión”, subrayó. Obama, que defiende la construcción del centro islámico, dijo que Estados Unidos promueve “los derechos de cada estadounidense, incluido el derecho de adorar a quien uno elija”.

En Shanksville, la ex primera dama Laura Bush dijo que “los estadounidenses no tenemos divisiones”.

“Frente al terror, los estadounidenses optaron por vencer el mal”, añadió en la conmemoración de las víctimas del vuelo 93, que se estrelló unos cien kilómetros al suroeste de Pittsburgh.

Michelle Obama rogó que “el recuerdo de quienes entregaron su vida aquí siga inspirando a Estados Unidos”.

Las manifestaciones
Unas 1,500 personas marcharon en primer lugar en favor del derecho de una organización musulmana de construir un centro cultural con una mezquita a dos cuadras de donde se erigía el derribado World Trade Center.

Más tarde, unas dos mil personas se reunieron cerca para otra marcha, esta vez en contra de la mezquita, que se desarrolló horas después de las solemnes ceremonias en recuerdo de los ataques. Esta segunda marcha tuvo como orador al político antiislámico holandés Geer Wilders, que viajó desde su país para dirigirse a la multitud.

La escena no reflejó para nada la apesadumbrada unidad que han exhibido los neoyorquinos en pasados aniversarios del llamado 11-S. La zona cero era un griterío.

Un pastor de la organización evangélica Operation Save America, llegado de Texas, arengaba a los viandantes con un altavoz: “Nos hemos alejado de Dios, el islam ataca al mundo”. “¡Que dimita Obama!”, gritaba una mujer. “El Islam no es una religión, es una guerra”, añadía otra.

Los familiares reunidos con motivo del aniversario pidieron moderación.

“No permitamos hoy que este día sea un feriado nacional. Que no sea un festejo”, dijo Karen Carroll, que perdió a su hermano, el bombero Thomas Kuveikis. “Es un día sombrío; un día de reflexión sobre miles de personas que murieron por nosotros en Estados Unidos”.

Parados frente a los micrófonos, algunos entre lágrimas, los familiares que leyeron los nombres intentaron reflejar el sentir de ambos bandos en la polémica de la mezquita.

Algunos -incluyendo a Nadine DeGrange, cuyo tío Frank Wisniewski, de 54 años, murió en el atentad - insistieron en que el lugar es sagrado. “Vengo aquí cada año porque es el único cementerio que conozco. Y pido a Dios que siga siendo sagrado”, agregó.

Nancy Nee, cuyo hermano bombero falleció en el Centro de Comercio Mundial, se opone tajantemente a la edificación de la mezquita cerca del lugar de los ataques. Sin embargo, no participó con otras familias de la manifestación contra la mezquita.

Jim Riches recordó a su hijo bombero, Jimmy, en el lugar del atentado y participó luego en la marcha de protesta.

“Mi hijo no puede hablar ya. Ha sido asesinado por musulmanes. Pienso airear mi opinión contra el emplazamiento de la mezquita”, afirmó Riches.

Otros intentaron mostrar un frente unido y abierto, como sostienen los impulsores del centro islámico. Quienes apoyan el proyecto del centro islámico -en su mayoría activistas no musulmanes- indicaron que la oposición a la mezquita está basada en el racismo y en un fanatismo antiislámico.

En Afganistán
El autodenominado “Emirato Islámico de Afganistán”, nombre con el que se conocía el antiguo régimen talibán, aseguró ayer que el país lleva “nueve años ardiendo en las llamas de la invasión estadounidense” e insistió en exigir la retirada inmediata de las tropas

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