domingo, 26 de junio de 2011
Círculo vicioso en la “reducción de la pobreza”
Como un cáncer enquistado en lo más profundo del cuerpo social del país, los esfuerzos para enfrentar y disminuir la pobreza a lo largo de varias administraciones, demuestran que ésta tiene larga vida, y que sabe encontrar muchas maneras de mantenerse con vida… y crecer.
Prueba de ello son los casi 130,000 millones de córdobas corrientes (un poco más de U$7,600 millones), según un cálculo de Confidencial, que invirtió el país entre los años 2000 – 2010 para combatir la pobreza. El resultado de ese esfuerzo fue ver que el número de pobres que habita Nicaragua, disminuyera en unos tres puntos porcentuales, según la medición que se use.
La más reciente encuesta de la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global, (FIDEG), muestra que la pobreza disminuyó en 0.2%, al bajar del 44.7% en que se encontraba en el 2009, hasta el 44.5% que marcó en el 2010, lo que implicaría que ahora hay 21,032 personas pobres más que antes.
Ello se explica porque la población total del país creció en 73,400 personas, al pasar de 5,815,500 en el 2009, hasta los 5,888,900 en el 2010, lo que implica un incremento de 1.26%. ¡Y eso que el país destinó unos C$17,500 millones en combate a la pobreza entre una y otra fecha de medición!
Pero hay más: el mecanismo que produjo esta disminución de la pobreza –que una encuesta del Instituto Nacional de Información de Desarrollo, (INIDE), calcula en 5.8 puntos porcentuales entre 2005 y 2009- tiene un alto costo social, así como pocos visos de sostenibilidad.
El problema del alto costo social está dado por el hecho que miles de jóvenes tuvieron que dejar las aulas de clase para buscar empleo, casi siempre precario, posponiendo (o renunciando en la mayor parte de los casos), a continuar sus estudios, lo que representa una condena casi segura a seguir siendo pobre por el resto de sus días.
La sostenibilidad por otra parte, se explica porque el aumento en el consumo de quienes dejaron la categoría de ‘pobres extremos’ o ‘pobres generales’, se logró gracias al aumento de los ingresos por exportación de mercancías, lo que puede revertirse de cualquier manera y en cualquier momento, sin que la nación pueda hacer mucho al respecto, en caso que llegara a suceder.
…Si los hubiéramos educado
“Es preocupante la cantidad de menores que vive en un entorno de pobreza, porque tienen un alto porcentaje de posibilidades de seguir siendo pobres por siempre. Vemos que la derrama a través del mercado es muy débil, y que la tasa de crecimiento de la población consume esa derrama”, explicó el economista Alejandro Aráuz.
Añadió que si todo sigue igual, “los niños y jóvenes que son pobres ahora, integrarán una fuerza de trabajo no productiva dentro de 10 a 15 años, y eso implica una pérdida de productividad y de capacidad para competir en el mercado internacional. Debería ser preocupación de todos, ver cómo se dictan y aplican políticas públicas para enfrentar ese problema”, añadió.
Adelmo Sandino, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos y Presupuestos Públicos (IEEPP), observa que la encuesta indica que “es verdad que hubo reducción de la pobreza, en la que el porcentaje es irrelevante. Lo relevante es que no fue gracias a las políticas del gobierno ni al crecimiento económico, sino al crecimiento de la población”.
Explicó que en este momento, “los hogares están integrados por un mayor número de personas en edad de trabajar, lo que provocó un repunte del sector informal, porque el sector formal no está creando suficientes empleos. Crece la economía, pero no el empleo formal, y los jóvenes que dejaron sus estudios, tampoco pueden obtener empleos formales”.
¿Sería distinta la situación si el país hubiera invertido mayores recursos en educación de calidad hace diez años?
Sandino opina que sí, porque al haber mayor número de personas capacitadas, “eso genera un círculo virtuoso al atraer mayor inversión, mayores ideas de negocios por parte de esa misma gente preparada, mayor innovación”, etc.
“Auto empleo”
En cambio, lo que observa es que “la gente se está ‘auto empleando’, lo que genera mayores ingresos en el hogar, pero sin seguro social, con jornadas laborales volátiles e inestables, baja productividad, etc. Por eso la pobreza no muestra una tendencia más pronunciada a la baja, y por eso la economía crece a tasas como las actuales”, explicó.
El economista Adolfo Acevedo dijo que, en efecto, jóvenes y adultos recurren al ‘auto empleo’, o desempeñan “empleos sin remuneración, (generalmente familiares), o son asalariados de micro unidades informales, y estos empleos generan ingresos muy bajos, que mantendrán a quienes los desempeñan, por el resto de su vida, bajo el umbral de la pobreza”.
Más que una razón para lamentar, el hecho que hace una década no hayamos cumplido la tarea de educar más y mejor a la generación que estaba en las aulas de clase en ese momento, vuelve a abrir una gran oportunidad: la de hacerlo ahora. Y no parece que lo estemos haciendo.
“Tenemos que pensar en aprovechar el bono demográfico, pero no estamos dando educación, salud y servicios sociales a la masa que será productiva en las siguientes décadas, y eso genera un círculo vicioso de la pobreza”, puntualizó el investigador del IEEPP.
A su juicio, “necesitamos mayor inversión como porcentaje del PIB para educación y salud, y eso sólo se logra generando mayores recursos en la economía, con mayores impuestos a quienes ganan más, para distribuir mejor la riqueza”.
Pero no sólo no estamos invirtiendo más como porcentaje del PIB en educación y salud, sino que esos indicadores se vieron reducidos luego de la más reciente reforma presupuestaria.
En el caso del Ministerio de Educación, su nueva asignación presupuestaria para 2011 equivale al 3.65% del PIB, después que se le disminuyera en 0.07 puntos porcentuales, desde los 3.72% en que estaba a inicios del año. La situación no fue muy distinta para el Ministerio de Salud, luego que bajara desde el 3.73% asignado al aprobar el Presupuesto original, hasta el 3.65% en que quedó luego de la reforma.
Más empleo chatarra, menos productividad
Los resultados de la encuesta del FIDEG 2010, muestran una reducción de la tasa neta de matrícula secundaria, junto a un repunte inusitado de la Población Económicamente Activa, (PEA), que creció en 222,300 personas entre 2009 y 2010, equivalente a 8.6% del total.
A juicio del economista Adolfo Acevedo, es posible que el crecimiento de la PEA obedezca a la incorporación al mercado laboral, de jóvenes en edad de asistir a la secundaria, y que el incremento en el porcentaje del empleo informal de las mujeres, “puede estar mostrando que una cantidad importante de ellas, que antes formaban parte de la población económicamente inactiva, se incorporó a la actividad económica”.
El dato suena bien, si sólo se considera que esas personas encontraron la forma de aportar un poco a la economía de sus familias, pero esos números en realidad reflejan historias de pobreza presente… y futura, en un ambiente de escasa escolarización y empleos informales y mal pagados.
“Esta masiva incorporación de personas a la PEA fue lo que permitió que el número de ocupados se incrementara en 200.7 miles en 2009 respecto a 2010. La diferencia entre el crecimiento de la PEA (222.3 miles de personas) y el crecimiento del número de ocupados (200.7 mil), se reflejó en un incremento de 21,600 personas que padecen desempleo abierto, que éste pasó de 198,500 en 2009, a 220,100 en 2010”, detalló.
Además de ver crecer el número de los que se encuentran en el desempleo, la población a la que se considera pobre, también vio cómo se profundizaba y extendía su pobreza, porque “las personas que se incorporaron al mercado laboral en una cantidad tan importante y con tanta fuerza, encontraron predominantemente empleos informales y precarios, equivalentes al subempleo”, señaló Acevedo.
“Así, el subempleo pasó del 40% de los ocupados en 2009, al 53.7% en 2010, mientras que el porcentaje de trabajadores con empleo pleno se redujo del 38.9% en 2009, a 32.6% en 2010”, añadió.
Productividad cero (o menos)
Una debilidad adicional de ese proceso de disminución de pobreza que muestran las encuestas, es que “la economía sólo pudo absorber un crecimiento tan fuerte de la fuerza de trabajo, a costa de una caída en la productividad”, dijo el experto.
Acevedo citó como ejemplo que “si la economía creció 4.5% y la PEA ocupada 8.4%, esto significa que la productividad media del trabajo se redujo en un -3.9%. Esto es el resultado de que dicha fuerza de trabajo se incorporó a actividades de baja productividad, y que sólo pudo absorberla reduciendo todavía más sus ya bajos niveles de productividad”.
Dicho de otra forma, “con sólo que en 2010 se hubiese creado empleo de la misma productividad media que en 2009, el PIB hubiese crecido 8.4%, en vez de sólo 4.5%”, aseguró.
Acevedo explicó que el principal problema de la economía nicaragüense no es la falta de creación de empleos cuando crece la economía, “sino la terriblemente pobre calidad del empleo que se crea, generalmente en actividades de muy baja productividad”, que es a su vez, el factor que permite absorber la mayor parte del empleo.
El crecimiento de la población en edad laboral, combinado con la incorporación de población inactiva a la PEA, causa que la economía genere de manera predominante, “empleos precarios e informales, de muy baja productividad, sin ningún tipo de protección”, añadió.
La razón es que “este tipo de empleos únicamente demanda una fuerza de trabajo de muy baja calificación, y normalmente proporcionan a quienes los desempeñan una pobrísima remuneración, la cual con frecuencia coloca a sus perceptores y sus familias bajo el umbral de la pobreza”, explicó.
Invertir en el campo, y en la gente
Ante una situación de crecimiento de la PEA y de ingresos por las exportaciones, “durante algunos años habrá un ciclo de expansión y una cierta aceleración de la creación de empleo, que no puede desperdiciarse como los anteriores”, opina el economista Adolfo Acevedo.
En su opinión, esa coyuntura “debe aprovecharse para modernizar, intensificar, capitalizar y diversificar el aparato productivo agropecuario y urbano, y para desarrollar crecientes sinergias y encadenamientos intersectoriales”.
Eso confiere mayor importancia a la creación de un banco y otras instituciones “capaces de jugar un papel de alguna manera similar al que desempeñaron el Banco Nacional y otras instituciones de fomento en los años 50 a 70”.
A la par, también haría falta hacer una inversión importante en capital humano e infraestructura básica y servicios de apoyo, “como parte integral de esta estrategia de transformación productiva”.
El economista considera que “mediante un esfuerzo nacional y concertado de transformación, modernización y diversificación del aparato productivo, y de construcción de nuevas cadenas de valor, se comenzarán a generar los empleos de calidad, de mayor productividad y bien remunerados, que se requieren para aprovechar el bono demográfico”.
Del mismo modo, “este tipo de empleos demandará una calificación mucho mayor de la fuerza de trabajo, y de infraestructura y servicios de apoyo, de manera que el esfuerzo nacional de inversión en educación pública y en infraestructura y servicios de apoyo será más importante que nunca”, concluyó.
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