El saldo de víctimas de los deslizamientos de tierra y agua ocurridos en la turística región de montaña al norte de Río de Janeiro ascendió ayer a al menos 442 muertos, según el último balance provisional de la que se considera una de las peores catástrofes ocurridas en Brasil.
Varios municipios de esa región a 100 km de Río sufrieron masivos deslizamientos de tierra y ríos desbordados que se llevaron consigo a personas, casas, árboles y todo lo que encontraron por delante.
La presidenta, Dilma Rousseff, sobrevoló el área devastada y recorrió a pie varias calles de Nova Friburgo, una de las localidades más castigadas por la tragedia, donde prometió “acciones firmes del Gobierno”.
“Es un momento muy dramático. Las escenas son muy fuertes”, dijo Rousseff después.
En Nova Friburgo, una ciudad industrial y agrícola 140 km al norte de Río de Janeiro que amaneció incomunicada, al menos 201 personas murieron, informaron los servicios municipales a los medios de comunicación locales.
En la turística Teresópolis, unos 100 km al norte de Río, 185 personas perdieron la vida; y en la vecina Petrópolis, una ciudad imperial, fueron 39, informaron las alcaldías a la AFP. A esas ciudades se sumó Sumidouro, donde fueron reportados 17 fallecidos.
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