Centenares de tunecinos procedentes en su mayoría de zonas rurales siguen apostados esta mañana frente a la oficina del primer ministro, saltándose el toque de queda impuesto en el país desde que comenzó la revuelta popular que propició la salida del déspota Zine el Abidine Ben Ali. Provistos de alimentos y agua han acampado en el centro de la ciudad ante la oficina del primer ministro.
A las 7.30 de la mañana del domingo comenzaron a escucharse los gritos de los manifestantes llegados del campo -muchos de ellos de Sidi Bouzid, la ciudad en donde Mohamed Bouazizi se inmoló y desató la revuelta-, que habín recorrido unos 300 kilómetros, algunos tramos a pie, para exigir la dimisión del primer ministro, Mohamed Ghanuchi, y de los miembros del Gobierno que sirvieron anteriormente a Ben Ali, depuesto el pasado día 14.
Es gente muy pobre que se esfuerza por explicar el abandono que han sufrido por parte del régimen, su marginación y la represión que han padecido durante 23 años. De camino a la avenida principal de la capital se detuvieron ante la residencia del jefe del Gobierno interino para demandar su renuncia. "Queremos que este Gobierno caiga", clamaban los manifestantes, que contaban historias de familiares asesinados por francotiradores y de la imposibilidad de prosperar en una región sin industria ni turismo ni apoyo oficial.
Por el momento las escuelas se mantienen cerradas aunque las escuelas tienen previsto abrir sus puertas hoy. Hasta la fecha pequeñas manifestaciones recorren las calles de Túnez todos los días mientras el Gobierno aguanta el chaparrón con promesas de toda índole. Cualquier decisión gubernamental parece insuficiente para apaciguar los ánimos de los tunecinos. Mientras los ministros del Interior, Exteriores y Defensa -ex miembros del Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), el partido del dictador- continúen en sus cargos, nada parece que vaya a disuadir a los manifestantes.
Detenido por "traición"
Esta tarde se ha detenido al propietario del único canal privado de televisión en Túnez, acusado de "traición" por fomentar la violencia para hacer fracasar la revuelta popular que forzó la huida del dictador Ben Ali. Junto a él ha sido arrestado su hijo, informa la agencia estatal de noticias. "El propietario de Hannibal TV (Larbi Nasra), que es familiar de la mujer del ex presidente, está usando el canal para abortar la revolución de los jóvenes, añadir confusión, incitar a la violencia y divulgar información falsa", reza un comunicado. "Su objetivo era crear un vacío constitucional, arruinar la estabilidad y llevar al país a una situación de violencia para que vuelva la dictadura del anterior presidente".
Algunos expertos estiman que es una muestra del nerviosismo de un Gobierno incapaz de frenar las manifestaciones en Túnez y que está dispuesto a sacrificar a cualquiera para contener la furia de los tunecinos que exigen un Ejecutivo sin vestigio alguno del régimen depuesto. Incluso algunos activistas de derechos humanos mostraban su recelo por la decisión del Ejecutivo.
Seguramente, no habrá ninguna oposición al arresto domiciliario al que fueron sometidos ayer dos estrechos colaboradores del tirano: Abdelaziz Bin Dhia, ex ministro de Defensa y jefe de los consejeros de Ben Ali, y Abdalá Kalal, ex ministro del Interior, según informó la agencia estatal de noticias TAP. Aguardarán ahora los resultados de las comisiones de investigación que ha constituido el Gabinete interino para esclarecer los crímenes cometidos durante la revuelta civil -alrededor de 120 personas han fallecido por disparos de la policía o de la guardia del ex presidente o en motines carcelarios- y la corrupción de Ben Ali y su entorno familiar. Las autoridades también informaron de que Abdelwahad Abdalá, asesor político del dictador, es también buscado por las fuerzas de seguridad, pero que de momento se halla en paradero desconocido. A buen recaudo se hallan ya otros 33 parientes de Ben Ali y de las familias que saquearon los bienes del Estado. Solo se conoce el nombre de uno de los encarcelados: Imad Trabelsi, sobrino de la esposa de Ben Ali.
Es gente muy pobre que se esfuerza por explicar el abandono que han sufrido por parte del régimen, su marginación y la represión que han padecido durante 23 años. De camino a la avenida principal de la capital se detuvieron ante la residencia del jefe del Gobierno interino para demandar su renuncia. "Queremos que este Gobierno caiga", clamaban los manifestantes, que contaban historias de familiares asesinados por francotiradores y de la imposibilidad de prosperar en una región sin industria ni turismo ni apoyo oficial.
Por el momento las escuelas se mantienen cerradas aunque las escuelas tienen previsto abrir sus puertas hoy. Hasta la fecha pequeñas manifestaciones recorren las calles de Túnez todos los días mientras el Gobierno aguanta el chaparrón con promesas de toda índole. Cualquier decisión gubernamental parece insuficiente para apaciguar los ánimos de los tunecinos. Mientras los ministros del Interior, Exteriores y Defensa -ex miembros del Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), el partido del dictador- continúen en sus cargos, nada parece que vaya a disuadir a los manifestantes.
Detenido por "traición"
Esta tarde se ha detenido al propietario del único canal privado de televisión en Túnez, acusado de "traición" por fomentar la violencia para hacer fracasar la revuelta popular que forzó la huida del dictador Ben Ali. Junto a él ha sido arrestado su hijo, informa la agencia estatal de noticias. "El propietario de Hannibal TV (Larbi Nasra), que es familiar de la mujer del ex presidente, está usando el canal para abortar la revolución de los jóvenes, añadir confusión, incitar a la violencia y divulgar información falsa", reza un comunicado. "Su objetivo era crear un vacío constitucional, arruinar la estabilidad y llevar al país a una situación de violencia para que vuelva la dictadura del anterior presidente".
Algunos expertos estiman que es una muestra del nerviosismo de un Gobierno incapaz de frenar las manifestaciones en Túnez y que está dispuesto a sacrificar a cualquiera para contener la furia de los tunecinos que exigen un Ejecutivo sin vestigio alguno del régimen depuesto. Incluso algunos activistas de derechos humanos mostraban su recelo por la decisión del Ejecutivo.
Seguramente, no habrá ninguna oposición al arresto domiciliario al que fueron sometidos ayer dos estrechos colaboradores del tirano: Abdelaziz Bin Dhia, ex ministro de Defensa y jefe de los consejeros de Ben Ali, y Abdalá Kalal, ex ministro del Interior, según informó la agencia estatal de noticias TAP. Aguardarán ahora los resultados de las comisiones de investigación que ha constituido el Gabinete interino para esclarecer los crímenes cometidos durante la revuelta civil -alrededor de 120 personas han fallecido por disparos de la policía o de la guardia del ex presidente o en motines carcelarios- y la corrupción de Ben Ali y su entorno familiar. Las autoridades también informaron de que Abdelwahad Abdalá, asesor político del dictador, es también buscado por las fuerzas de seguridad, pero que de momento se halla en paradero desconocido. A buen recaudo se hallan ya otros 33 parientes de Ben Ali y de las familias que saquearon los bienes del Estado. Solo se conoce el nombre de uno de los encarcelados: Imad Trabelsi, sobrino de la esposa de Ben Ali.
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