domingo, 10 de octubre de 2010

Odisea chilena a punto de terminar


Copiapó, Chile
Aplausos, gritos de alegría y llantos de emoción. Una mezcla de sentimientos se apoderó ayer de los familias de los mineros atrapados en Chile al oír las sirenas que anunciaban que la máquina del llamado Plan B había concluido el conducto que permitirá rescatar a los suyos.
Gritos de ¡Viva Chile! saludaron el éxito de la primera de las tres perforadoras. Pero hubo también llamados a la tranquilidad, pues la espera para el rescate aún se prolongará por algún tiempo, entre otras cosas, porque las autoridades y los técnicos deben decidir acaso el ducto recién terminando será reforzado con tubos de acero para facilitar el paso de la jaula en que serán izados uno a uno los 33 mineros el próximo martes. Los primeros en prorrumpir en aplausos y dar la señal de que el objetivo se había logrado fue un grupo de cinco familiares, apostados cerca del límite que separa el campamento Esperanza del área donde se desarrollan las tareas de rescate.
Hasta allí corrieron en tropel los medios de comunicación, mientras las sirenas empezaban a resonar por el campamento y el resto de familiares se fundía en abrazos y emprendía rumbo a lo alto del cerro en el que ondean decenas de banderas.
“Estoy muy feliz, muy contenta, tengo deseos de gritar, llorar, saltar pero hay que contenerse un poquito”, dijo a Efe María Cortez, cuñada de Mario Gómez, uno de los veteranos del grupo que permanece bajo tierra desde el pasado 5 de agosto. A su lado, María Segovia, hermana de Darío Segovia, no podía contener la emoción al sentir que cada vez falta menos, apenas unos días para reencontrarse con él.
“La alegría va a ser más grande cuando los saquen a todos. Yo no me voy de aquí hasta que se vaya el último minero”, dijo a los periodistas María Segovia, que en el campamento es conocida como “la Alcaldesa” por su capacidad de liderazgo.
“Lo que comenzó como una posible tragedia, está terminando como una verdadera bendición (...). Este es un momento maravilloso que hemos esperado durante mucho tiempo”, dijo el presidente Sebastián Piñera en la sede de gobierno.
Dijo que el lunes viajará por el día a Ecuador, pero que espera visitar nuevamente la mina el martes. El mandatario siempre ha dicho que “he soñado muchas veces con ver salir a los mineros desde la montaña y va a ser un día de emoción y de lágrimas”.
La larga espera
“La fe mueve montañas”, dice un mensaje instalado en la carpa en la que vivió Nelly Bugueño, la madre del minero Víctor Zamora, durante los más de dos meses que ha esperado por su hijo en las afueras de la mina San José, como prueba de la religiosidad en la que se ha apoyado durante todo este tiempo.
Nelly llegó a las afueras del yacimiento a los pocos días del derrumbe que sepultó a su hijo junto a otros compañeros. En este lugar vivió instantes de desolación durante los primeros 17 días en los que no se tuvo noticias de ellos y de inmensa alegría, cuando se confirmó que estaban todos con vida.
Luego vino la cotidianeidad de una vida en el medio del desierto, al interior de una estrecha carpa y lejos del poblado de Tierra Amarilla, a unos 15 km de Copiapó, donde dejó su casa y al resto de su familia, a la espera de un rescate que está próximo a ocurrir.
Lilian Ramírez, pareja de Mario Gómez, el mayor de los trabajadores atrapados en la profundidad de la mina San José, dice “Estoy muy cansada, pero hoy bajo a Copiapó y me voy a poner bien bonita, iré a la peluquería, me voy a comprar ropa, me voy a arreglar y voy a ser otra Lily. Allí cambiaré de ‘look’ para estar bonita cuando llegue el viejo”, dice entusiasmada.
Ella fue la primera mujer que recibió una carta el 22 de agosto cuando los mineros se comunicaron con la superficie a través de uno de los ductos. Para Lilian este accidente fortaleció la relación que tiene hace 30 años con Mario: “Hay un nuevo vivir, un renacer, apreciamos más la vida”. Y adelanta que cuando su compañero salga se casará por Iglesia. En el campamento la acompaña la amiga que será la madrina de su matrimonio. Entre las historias de amor también se cuela la religión. En estos meses, el lugar se transformó en una especie de santuario que busca reflejar el milagro que representa para los mineros estar vivos 700 metros bajo tierra.
Jéssica Yáñez, esposa de otro de los atrapados, Esteban Rojas, explicó que varios familiares están analizando convertir estas áridas tierras en un lugar de peregrinación y rezo.
Los santos y estampitas se multiplicaron en el campamento y ya se convirtieron en parte de la decoración.
María Segovia, hermana del minero Darío Segovia, recordó que ellos son gente humilde y que lucharán para que esta experiencia no les trastoque sus vidas. Es algo difícil de imaginar por el impacto que significará volver a la superficie.
Los héroes
Jeff Hart y Matt Staffel trabajan perforando pozos de agua para el Ejército de Estados Unidos en Afganistán y, dada su experiencia, fueron reclutados por la empresa Geotec para operar la máquina que ayer culminó la perforación del túnel.
“Hoy llevamos 33 días perforando y es una bonita coincidencia que sean 33 mineros. Es una emoción inexplicable”, dijo a la prensa Jeff Hart, quien opera la máquina y lleva adosada en el hombro de su chaqueta verde la bandera de EUA.
“Nos llamaron y nos preguntaron si podíamos ayudar. Ambos estábamos en Afganistán, trabajando allá”, contó a la AFP Matt Staffel.
“Llegamos directamente aquí. Lo más probable es que ahora volvamos a Afganistán, no estoy seguro”, añadió.
Jeff y Matt responden escuetamente. Prefieren observar y caminan asombrados entre las carpas del campamento Esperanza, donde las familias de los 33 mineros aguardan el rescate. La gente se les acerca con cariño.
Un familiar le alcanza una gorra a Matt y le pide que la firme. Otros les toman fotos, los abrazan. Una mujer, hermana del minero Darío Segovia, se coloca entre ellos y les pide un beso. Matt y Jeff se lo dan en la boca. La carcajada es general. Todos los familiares cuentan las horas para volver a ver a sus seres queridos. Tomado de Clarin.com/ AFP/EFE y AP

Salvadoreños colaboran
Expertos y maquinarias de una empresa salvadoreña participan por solidaridad en los trabajos de rescate de los 33 mineros chilenos atrapados desde el pasado 5 de agosto a 700 metros de profundidad, informó la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa, CEL.
Personal y equipos de LaGeo, subsidiaria de CEL, que se encontraban trabajando en un proyecto geotérmico en la ciudad de Calama, en el norte de Chile, se incorporaron desde el pasado 15 de septiembre a las labores de perforación en la mina San José, dijo el gerente de Comunicaciones de CEL, Ramón Moreno.

“Estaban terminando el contrato cuando sucede la desgracia de los mineros y entonces la Corporación del Cobre, Codelco, solicitó una cotización de servicios a LaGeo”, explicó.

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