lunes, 21 de marzo de 2011

OPINION....¡Que te reelija tu madre!


Por: María José Zamora Solórzano

Cuenta la historia que Leonel Rugama, guerrillero del FSLN, ante la solicitud de rendición que le hiciera el general de la Guardia Nacional de Somoza, Samuel Genie Lacayo, respondió: ¡Que se rinda tu madre! Con este grito el 15 de enero de 1970, Leonel Rugama muere con sus compañeros de lucha Róger Núñez Dávila y Mauricio Hernández Baldizón resistiendo el ataque con artillería y tanques perpetrado por un batallón de la Guardia Somocista.

Cuarenta y un años después de que esos jóvenes y miles más, murieron valientemente luchando para derrocar la dictadura de la familia Somoza; paradójicamente, el estilo de gobernar somocista reaparece encarnado en el presidente Daniel Ortega, quien en algún momento de la historia, se supone, compartía los ideales de Leonel Rugama y los que decía representar, el FSLN.

Es de suponer que las personas honestas que aún militan en el FSLN sientan vergüenza de pertenecer a un partido, que sin escrúpulos, dejó atrás su mística revolucionaria para convertirse en un remedo del somocismo. Las bases del partido frentista, deberían de reflexionar sobre la involución ideológica que han sufrido; ya que de ser dirigidos por líderes a quienes no les importó arriesgar su vida para derrocar a la oprobiosa dictadura somocista, hoy que tienen el poder; defienden, justifican y respaldan las ambiciones reeleccionistas del presidente Daniel Ortega; mismas que llevaron a Anastasio Somoza a convertirse en tirano y dictador. Es lamentable que los líderes que antaño hablaban de igualdad, y de compartir la riqueza con los pobres; hoy estén nadando en millones de dólares producto del capitalismo salvaje que tanto criticaban, pues ese dinero no se hizo con trabajo honrado; proviene de explotar a los pobres y robar los recursos de Nicaragua.

Igual que Somoza, Ortega se cree insustituible, y maneja al FSLN como una empresa familiar, donde no hay militantes, sino vasallos que le deben obediencia y sumisión absoluta; por eso cada vez que se vislumbra un posible líder; o alguien se atreve a contradecir al “comandante”; “le cortan las alas”, por decirlo metafóricamente, y a los que corren mejor suerte, son marginados del partido; una vez que el propio Ortega da la señal al estigmatizarlo públicamente; balbuceando algún dicho con irónica sonrisa, como aquel de triste recordación: “Zapatero a tu zapato”.

Como nicaragüense estoy segura que el señor Daniel Ortega no representa los intereses de mi país, ni tiene la capacidad para dirigirlo en libertad. Su pensamiento es el de un dictador, incapaz de comprender ni practicar la democracia; de ahí su terror a someterse a elecciones observadas y transparentes, y de ahí su indisoluble alianza mafiosa con Arnoldo Alemán, pues sabe que sin su complicidad jamás hubiera alcanzado la Presidencia de Nicaragua, nuevamente, ni tampoco hubiera podido robarse de forma tan descarada, la mayoría de las alcaldías del país en el 2008. Por el llamado pacto Ortega-Alemán, existen ahora ciudadanos que han sido “premiados” con una cédula de identidad y otros beneficios, y los proscritos (antipacto, independientes y opositores); a quienes se les ha violado el derecho humano de tener identidad ciudadana. El abuso de poder y el sectarismo que caracteriza al presidente Daniel Ortega se hace patente en cada bandera roja y negra de su partido, que impunemente es colocada en todas las oficinas públicas y en todos los actos oficiales de su gobierno. ¿Qué clase de nicaragüenses y defensores de la soberanía son los altos mandos de la Policía Nacional y del Ejército de Nicaragua que permiten tal irrespeto a los símbolos patrios? ¿Qué tanto hablan de defender el río San Juan, si sumisamente asisten y aplauden en todos los actos oficiales donde la bandera azul y blanco de la patria es denigrada al colocarla junto con la bandera del partido de gobierno? ¿Acaso son incapaces de comprender que tal acto hiere en lo más profundo la soberanía patria? Respeten el uniforme que llevan, que bastante sangre le ha costado a Nicaragua la profesionalización e institucionalización de la fuerzas armadas.

Si el Ejército de Nicaragua y la Policía Nacional no cumplen con su deber de defender la Constitución, y por el contrario se convierten en cómplices del dictador como lo hizo la Guardia Nacional somocista; tendrán a cambio cientos de jóvenes que asumiendo los mismos ideales libertarios y patrióticos de Leonel Rugama; sin más armas que sus voces, gritarán al unísono: ¡Que te reelija tu madre!

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