domingo, 27 de marzo de 2011

Las fuerzas de Gadafi huyen en desbandada


Una estampida en toda regla. Los soldados de Muamar el Gadafi, derrotados el sábado en Ajdabiya , la puerta de Cirenaica, recorrieron ayer los 400 kilómetros de desierto que hace dos semanas atravesaron para amenazar Bengasi, capital de la rebelión. No presentaron batalla ni en Brega, ni en Ras Lanuf -cruciales ciudades por sus terminales petroleras-, ni en Bin Yauad, el último pueblo en el que combatieron los insurgentes antes de retroceder, hace 15 días, ante el empuje de los tanques y aviones del dictador.

La euforia manda en Bengasi . Sirte, cuna del hombre que ha regido los destinos de Libia durante cuatro décadas y bastión de su tribu, está más cerca que nunca. Es el último escollo antes de alcanzar la castigada Misrata, donde ayer volvía a ensañarse la artillería de Gadafi. ¿Optará por atrincherarse en las ciudades que controla? Es probable. ¿Escapará del país? Puede ser, aunque haya jurado morir en su tierra. ¿Cómo reaccionará Sirte? Difícil aventurar la respuesta. ¿Está colapsando el régimen? En Bengasi nadie lo duda.

Al compás de los decisivos ataques aéreos de la alianza internacional , la dirección de los acontecimientos ha cambiado bruscamente. Y ayer todo eran buenas noticias para los sublevados. El déspota y su hijo Saif el Islam no habían aparecido en los medios oficiales durante cinco días y uno los miembros de su Gobierno sugería ayer que pueden estar moviéndose de un lugar a otro; Catar anunció, según afirmó el ministro de Economía, Ali Tarhuni, que comercializará inmediatamente todo el petróleo que los alzados contra Gadafi puedan exportar. "Los pozos en manos de los rebeldes están produciendo entre 100.000 y 130.000 barriles al día. Antes de una semana enviaremos el primer cargamento", dijo Tarhuni. Todas las terminales de crudo del este libio -las antes citadas más Es Sider, Zueitina y Tobruk- ya están en poder de los insurrectos.

La gente reía abiertamente en Bengasi. Fue la de ayer una tarde feliz, con cientos de mujeres sumándose a la fiesta en la plaza Mahkama, a la orilla del Mediterráneo. Que el tirano seguirá pronto los pasos del tunecino Zine el Abidine Ben Ali y del egipcio Hosni Mubarak es opinión unánime. "La comida está calentándose en la cazuela. Todavía no hierve. Pero pronto estará lista. Será un plato suculento", comentaba, sereno, un directivo de la compañía petrolera Agoco, empleando los símiles a los que son tan aficionados los árabes. Y se hacía una pregunta retórica: "¿De verdad cree Gadafi que podrá gobernar el país en el futuro?".

Los alzados contra Gadafi hicieron algunas decenas de prisioneros, se apoderaron de armas y munición abandonadas por los militares en su desbandada hacia el oeste. Llegaron a Ras Lanuf -a 170 kilómetros de Ajdabiya- después de que los cazas de los países aliados hubieran machacado las posiciones de los uniformados leales al déspota durante la madrugada.

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