sábado, 12 de marzo de 2011

OPINION....Terremoto y tsunami

EDITORIAL

“Aunque estemos acostumbrados, este terremoto ha sido el peor que he sentido en mi vida”, escribía un ciudadano japonés en una de las redes sociales, saturadas de mensajes, búsquedas y angustias que con nitidez mostraban las imágenes de la televisión en el instante mismo en que el devastador terremoto de 8.9 en la escala de Richter, provocó un tsunami que barrió con todo a su paso.

Si son impredecibles la sacudida del temblor y sus secuelas posteriores, para prevenir los embates de las olas gigantescas existe un margen de tiempo durante el cual se pueden realizar las labores de prevención para disminuir los daños y, sobre todo, evitar, desgracias humanas. Tras producirse el desastre en las costas japonesas, la alerta se extendió por el Pacífico, primero en países e islas cercanas y posteriormente alcanzó las naciones costeras del continente americano que en la jornada de ayer esperaban preparados la llegada de la alteración en el oleaje.

No era para menos. El país mejor preparado del mundo en su infraestructura, en el sistema de alerta y con una población, cuyo comportamiento es admirable, sintió una vez el golpe de la naturaleza y resistió con ejemplar entereza y disciplina, más admirable aún, porque no fue un terremoto más, sino el más fuerte en un siglo. Al ocurrir mar adentro generó un tsunami con olas de hasta diez metros de altura y con una fuerza destructiva a cuyo paso nada resistió.

El movimiento telúrico en Japón es el cuarto en intensidad de los que se llevan registrados, aunque la devastación fue mayor por el maremoto que siguió al choque de las placas tectónicas. El seísmo mayor se registró en Valdivia (Chile), con una intensidad de 9.5 grados, el oleaje causado llegó a las costas de Hawai y Filipinas. Hace casi medio siglo, un temblor de 9 grados sacude Alaska y produjo olas de seis metros que llegaron hasta California. En la Navidad del 2004, al seísmo de 8.9 sigue un tsunami que arrasa la isla de Sumatra en Indonesia y golpea doce países de Asia y África.

Aunque es pronto para hacer un balance y conocer la dimensión de los daños, las imágenes proporcionadas en las zonas más afectadas, en la capital y otras grandes ciudades del sur del país evidenciaban la eficacia de las medidas de seguridad para amortiguar el golpe que en otros países hubiera sido apocalíptico.

La interrupción del transporte ferroviario y por carretera y del servicio de electricidad en la mayor parte del país fueron aceptados con escepticismo que evitó escenas de pánico colectivo y contribuyó al orden y una relativa tranquilidad aún en aquellos sitios de mayor concurrencia.

No fue un terremoto más, a los que los japoneses están acostumbrados, por ello la respuesta, desde ayer mismo, fue inmediata y ejemplar porque para el país del Sol Naciente cuanto mayor es el desafío, mayor es el coraje, la disciplina y el trabajo.


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