viernes, 8 de abril de 2011

OPINION....El dilema policial

Sofía Montenegro

Ser o no ser
El orteguismo ha metido a la policía y al país entero en un atolladero, pero en particular a la policía, como se pudo constatar el 2 de abril con motivo de la marcha ciudadana. La famosa “ruta” de la marcha dejó en evidencia la pugna existente entre la jefatura de la policía y el rol de Lenín Cerna, ex jefe de la Seguridad del Estado en los 80 y actual jefe de organización del FSLN, pues es quien está detrás de la provocación de “acampar” en la plaza del fraude, punto de partida establecido por la UCD. Las barreras policiales debían haber estado a la altura del antiguo Sandy`s y sus bocacalles y en la desembocadura de la rotonda de Metrocentro, habiendo en ese trecho los metros suficientes de seguridad. Siendo así, ni la UCD tenía por qué variar su ruta ni tenía por qué haber chocado con la fementida “caminata por la paz y el amor” del orteguismo, pues a las 9 de la mañana que se estaría concentrando la primera, la segunda estaría pasando a esa hora por la rotonda de Metrocentro hacia la de Cristo Rey. Es obvio que la voluntad de Cerna era provocar un enfrentamiento y darle una paliza “disuasiva” a la ciudadanía anti-reeleccionista para lo cual necesitaba ocupar la esquina opuesta del Princess. Impuso así una situación de facto a la Policía, que en lugar de desalojar a los provocadores, optó por presionar a la UCD para que cambiara de ruta y a la vez, someterse a los designios del antiguo capo de la seguridad. La actuación del capataz de Ortega, dejó en evidencia que hay de hecho un conflicto sobre quién conduce la policía: los mandos institucionales o la estructura paramilitar de Ortega conducida por Cerna. Los jefes policiales están en el dilema de “ser o no ser” como dijo Hamlet, pues deben escoger entre dos cosas contradictorias: el orteguismo o la legitimidad.

La medida de la marcha
Si de largo parecía, de cerca ya no quedan dudas. El miedo de Ortega y su mujer al desalojo del poder es tan grande como la magnitud del operativo policial para detener la marcha ciudadana y el descomunal gasto realizado a expensas de nuestros impuestos para financiar la falsa caminata del régimen. Si uno toma en cuenta que el Estado prácticamente no trabajó durante una semana preparando a todo vapor la contramarcha, que bloquearon durante tres días el acceso al centro de Managua, que gastaron miles de dólares en anuncios televisados, que obligaron a participar a la casi totalidad de los trabajadores públicos y que a la procesión de ministros, diputados, jueces y funcionarios de todo pelo, alcaldías y organizaciones parapartidarias, tuvieron que sumar barrios, cerrar escuelas, colegios y universidades y prometer el regalo de notas, becas y rifas de lap top a cuanto chavalo participara, así como dar estipendios, comida, transporte y gasolina regalada, el costo puede andar flojamente por el millón de dólares. Eso sin meter los costos de contratar el 70% de la flota del transporte colectivo, 4 mil taxis de Managua y 900 rutas interlocales, contra 120 buses contratados por la UCD y de los cuales sólo pudieron ingresar a Managua 50 por todos los bloqueos ya conocidos y que terminaron paralizando todo el país y la actividad económica. Entonces se puede justipreciar la marcha ciudadana del 2 de abril: la reacción desmesurada, el miedo pantagruélico de Ortega y el carnaval de abusos dan la verdadera medida del éxito.

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