lunes, 18 de abril de 2011

Las fuerzas sirias disparan contra los opositores al régimen


Manifestaciones, disparos de la policía, muertos, funerales que se convierten en manifestaciones: Siria gira en el círculo vicioso que caracteriza las situaciones prerrevolucionarias. Cerrado a la prensa y oculto a los ojos del mundo, el país parece haber escapado al control de un régimen que solía controlarlo todo. El presidente Bachar el Asad anunció el sábado que levantaría el odiado estado de excepción, vigente desde 1963, pero solo consiguió estimular las protestas contra su régimen. Unas protestas que se avivaron ayer con la presencia de miles de manifestantes en la ciudad industrial de Homs. A la una de la madrugada (hora peninsular española), las fuerzas sirias han empezado a disparar contra los cientos de opositores al régimen que aún permanecían en las calles, según ha informado un testigo a la agencia Reuters.

Al parecer, un agente se dirigió a los manifestantes a través de un megáfono para pedirles que abandonasen la plaza del Reloj en la que se concentran y después las fuerzas de seguridad han abierto fuego, según ha contado a la agencia un miembro de una organización humanitaria. El mismo testigo ha contado que los agentes también han utilizado gases lacrimógenes, y que al menos una persona ha resultado herida. Dos testigos también han contado a Reuters que han oído disparos provenientes de la plaza. El blog de Al Yazira recoge el testimonio de un manifestantes que dice que hay mucho heridos. Según la televisión panárabe Al Yazira, algunos de los agentes iban vestidos de civiles cuando han comenzado a disparar contra los manifestantes.

Mientras el presidente intenta mitigar las revueltas anunciado medidas que den la sensación de una cierta apertura del régimen, poco antes del ataque de esta madrugada el Ministerio del Interior sirio ha calificado de "insurrección armada" las revueltas desatadas contra el Gobierno, y ha acusado a grupos salafistas de estar detrás de estas. "La evolución de los acontecimientos en los que soldados, policías y civiles han muerto y bienes públicos y privados han sido destruidos, ha revelado que se trata de una insurrección armada realizada por grupos que pertenecen a organizaciones salafistas, especialmente en las ciudades de Homs y Banias", ha denunciado el ministerio en un comunicado.

"No vamos a tolerar las actividades terroristas de estos grupos armados que atentan contra la seguridad de los ciudadanos. Impondremos con firmeza la seguridad y la estabilidad en todo el país, persiguiendo a los terroristas que serán llevados ante la justicia para poner fin a toda forma de rebelión armada", sigue el comunicado.

Muertes en Homs

Las protestas de este lunes estaban motivadas también por la muerte de ocho opositores. Durante la noche del domingo la policía mató al menos a ocho manifestantes en Homs, ubicada 165 kilómetros al norte de Damasco. El domingo se supo que un jefe de clan de Homs había muerto mientras permanecía detenido en una comisaría. La noticia provocó una manifestación de protesta a la que se sumaron, según distintos testigos, decenas de miles de personas. Una multitud acudió al funeral, en el que se gritaron consignas contra Bachar el Asad. Ya entrada la noche, la policía abrió fuego y mató a esas ocho personas, según algunas fuentes, o 12, según otras. Ayer, en los funerales por ocho de las víctimas del domingo, se reprodujeron las manifestaciones. "Homs ha entrado en ebullición, hay gente por todas partes y la policía dispara a sangre fría", declaró un activista local a la agencia Reuters.

El domingo, durante un funeral en Talbiseh, también hubo disparos policiales y tres muertos. Otras fuentes indican que en Latakia tres manifestantes murieron ayer de madrugada. La inestabilidad se extendía por todo el territorio, incluyendo la capital, Damasco.

Bachar el Asad mantiene un doble juego: por un lado, prometía reformas y tolerancia; por otro, reprimía con tremenda dureza. El Gobierno sigue diciendo que la revuelta está fomentada por "conspiradores extranjeros" y afirma que bandas violentas, financiadas y armadas desde Líbano e Irak, disparan contra la policía y los soldados. La agencia oficial de noticias se refirió a una emboscada contra un vehículo policial en una autopista al norte de Homs, y el ministro de Asuntos Exteriores, Walid al Moualem, declaró que el Gobierno podía tolerar "las manifestaciones pacíficas" (prohibidas por las leyes del estado de excepción), pero no "las barricadas, los sabotajes y los incendios provocados".

Resulta imposible verificar la existencia de esas bandas armadas. Crecen, sin embargo, las denuncias de familiares de soldados muertos, según las cuales quienes se negaban a disparar contra la multitud son ejecutados por sus superiores. Según esas versiones, las muertes en el Ejército y los cuerpos policiales se deben a la represión interna, y no a asaltos de milicias revolucionarias.

Revelación de Wikileaks

En cualquier caso, el cerradísimo conflicto sirio sí tenía ramificaciones externas. El Washington Post ha dado la razón al presidente sirio Bachar el Asad, que lleva un mes insistiendo en que las protestas en su país están orquestadas por enemigos occidentales como EE UU. El rotativo estadounidense ha revelado que cables difundidos por Wikileaks desvelan que Washington ha financiado en secreto a grupos de la oposición siria y a la cadena Barada TV, que emitía desde Londres informaciones críticas con el Asad.

Los telegramas diplomáticos indican que Barada TV, que funciona desde 2009 aunque se ha reforzado desde que comenzaron las protestas el 15 de marzo, está muy cercana a la red de opositores en el exilio Movimiento para la justicia y el desarrollo. El Departamento de Estado habría financiado a este grupo con seis millones de dólares desde 2006, según el rotativo.

La Administración estadounidense comenzó a financiar a personalidades de la oposición con George Bush hijo en el poder, pero siguió haciéndolo con Barack Obama. El diario no aclara, sin embargo, si ha seguido haciéndolo las últimas semanas. El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Mark Toner, negó este lunes las acusaciones y ha señalado que Washington "no está trabajando

para minar (la autoridad) del gobierno sirio", aunque aprovechó la rueda de prensa para pedir al presidente el país que responda a las "aspiraciones legítimas" de sus ciudadanos.

Un diplomático citado en los cables propone cambiar "los programas actuales de financiación de facciones, tanto en el interior como en el exterior de Siria".

De la ecuación exterior también formaba parte el exvicepresidente Abdul Halim Khaddam, que dimitió en 2005 y se exilió para luchar contra el régimen de Asad. Khaddam es de religión suní, a diferencia de los Asad y buena parte de los dirigentes del régimen, pertenecientes a la minoría alauí. El exvicepresidente, enemigo personal de El Asad desde que este le marginó en un proceso de rejuvenecimiento del régimen, está emparentado con la familia Hariri, el clan que lidera a los suníes de Líbano y encabeza la lucha contra la influencia siria, y dispone de una gran fortuna personal.

Hezbolá, el partido-milicia de los chiíes libaneses que constituye la principal "fuerza de choque" de Irán y Siria, acusó ayer en Beirut a los Hariri de estar financiando "la desestabilización de Siria", y pidió una investigación judicial sobre el asunto. Hezbolá, que enarbola la bandera de la resistencia a ultranza contra Israel, se ha convertido en la mayor fuerza político-militar de Líbano gracias al dinero que recibe desde Irán y las armas que recibe desde Siria. Una hipotética caída del régimen de Damasco tendría enormes consecuencias en Líbano y cambiaría por completo los equilibrios geoestratégicos en Oriente Próximo.

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