miércoles, 13 de abril de 2011

OPINION....Ahí está el detalle

EDITORIAL DEL DIARIO LA PRENSA DE HONDURAS



La tendencia alcista en los precios de los combustibles derivada de los altos precios del petróleo en el mercado internacional, fue calificada como una consecuencia de la agitación política en los países árabes del norte de Africa y del temor a que la inestabilidad alcanzase a los grandes productores y exportadores del Golfo Pérsico. Las previsiones que en principio alimentaron la especulación, no se han cumplido. La celeridad con que los acontecimientos ocurrieron en Túnez y Egipto, no se repitió en Libia, donde la situación se ha estancado. La euforia con la intervención directa de naciones europeas y la OTAN se ha ido desvaneciendo y la prioridad es evitar la guerra civil mediante negociaciones, eso sí, que incluyan la salida de Gadafi.

Desde hace unos años hemos venido escuchando que se acabó el petróleo barato, pues cada vez más la producción se rezaga del consumo. Mientras los hidrocarburos sean, con mucho, la fuente principal de energía, los países tendrán que acomodarse a las circunstancias, mucho más aquellas naciones, netamente importadoras de derivados del petróleo, deficitarias en las relaciones comerciales y con muy escasa presencia en el mercado internacional. Honduras es uno de esos países a punto de ser estrangulados por una factura petrolera que condiciona la vida hasta en los lugares más remotos. Funcionarios y empresarios anuncian que el precio del galón de gasolina podría llegar a cien lempiras y seguro que llegará, si no en esta ocasión, en la próxima. De lo que no se habla tanto es de la sangría en las reservas internacionales, pues el pago hay que hacerlo en dólares y éstos, por optimistas que sean los informes del Banco Central, no abundan ni caen del cielo. Las divisas que se utilicen para pagar los embarques no estarán disponibles para adquirir medicinas, equipo para hospitales, maquinaria para el campo o la industria e, incluso alimentos. En un día cercano tendremos que acordarnos y exclamar “lo que el petróleo se llevó”.

Ante lo irremediable, habrá que actuar, aunque duela. Pronunciar la palabra austeridad no es políticamente correcto en una sociedad consumista, pero es necesario hacerlo y añadirle además la de sacrificio. Disminuir el consumo de electricidad; utilizar con eficiencia el sistema de aire acondicionado no a temperaturas que congelen; hacer uso de las piernas para traslados cortos: el caminar no sólo ayuda a disminuir el consumo de combustible, sino que favorece la salud de las personas; prohibir que los vehículos oficiales estacionados a la espera de los funcionarios mantengan los motores encendidos para que los choferes disfruten de un ambiente climatizado, etc. etc.

Ahí está el detalle, como diría Cantinflas, que entre nosotros no es otro que la concienciación de todos, empezando por arriba, sobre la necesidad de reducir la factura petrolera para defender las raquíticas reservas y destinarlas para enfrentar otras necesidades más graves.

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