La escenificación por calles y plazas en nuestras ciudades y pueblos del ingreso triunfal del Maestro de Galilea a la ciudad de Jerusalén, abre la Semana Mayor para las comunidades cristianas que en los próximos días enriquecen sus cultos y encuentros con vivencias más intensas de las enseñanzas bíblicas.
Los relatos que se hallan en los cuatro evangelios siguen paso a paso los desplazamientos de Jesús y ofrecen su mensaje que, en Juan, es una profunda presentación teológica de los principios fundamentales cristianos, sintetizados en el amor a Dios y al prójimo.
En ninguna otra parte del libro sagrado se conservan con tanta exactitud los momentos en que ocurrieron los hechos. La variación anual de la fecha es ya un indicativo de que no es el calendario juliano, ni el gregoriano el que señala la festividad, sino el hebreo que se regía por los cambios en la luna, de aquí la variabilidad de la celebración.
Pero más que los hechos históricos que con tanto fervor y belleza son escenificados en nuestro país, la Iglesia resalta el mensaje y el significado de los signos y señales que proyectan y adelantan la salvación para todos.
Funcionarios y empleados públicos tienen un largo descanso llamado así por rutina, pues quien no se cansa en su trabajo, no descansa; otros, el miércoles, suspenderán su actividad laboral. A todos se nos invita a momentos de reflexión sobre el sentido de la vida, sobre los compromisos personales, sobre la solidaridad y el sacrificio que contribuyan a la justicia, a la paz y a la convivencia en nuestro país.
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