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Durante diez años Gerardo Escudero fue el representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en Nicaragua. Este mexicano, aunque conserva bastante el acento de su país de origen, muestra sin reservas su cariño hacia Nicaragua y refiere como propios los problemas y avances del agro nacional.
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En los diez años que estuvo al frente del IICA, detalla, se capacitó a unos 70 mil productores en temas de agronegocios, en el desarrollo de planes de negocios. Se preparó a unos ocho mil en procesos de sanidad, inocuidad y trazabilidad, y a unos cinco mil productores más en agricultura orgánica. A esto se debe sumar la capacitación de unas 250 empresas pequeñas y medianas en temas de negocios, agroindustriales.
Escudero dice haber presenciado en los 10 años que permaneció como representante en Nicaragua del IICA “un despertar del sector agropecuario”, que incluye una lenta pero importante transformación de un modelo extensivo de producción hacia uno más enfocado en la productividad, más cerca de la ciencia y la tecnología, pero sobre todo con mayor preservación de los recursos naturales.
Uno de los principales avances, destaca, es que se sobrepasó el límite de los 500 millones de dólares de exportaciones provenientes del sector agropecuario y ahora aporta más de mil millones de dólares anuales a esa actividad económica.
“Auguro que para este año no sería descabellado pensar que el agro proporcione sus 1,500 millones de dólares y vaticinó que para los próximos cinco años sin lugar a dudas Nicaragua estará por encima de los tres mil millones de dólares provenientes del sector agropecuario, si las tendencias actuales se mantienen”, afirma Escudero.Pero para lograr esto, recalcó, se necesitan economías de escala, es decir, que los productores deben asociarse para satisfacer la demanda de los mercados.
::: ¿A qué se debe que esto no se ha logrado?
Pienso que en el origen del asunto se encuentra un modelo que tiene décadas no sólo en Nicaragua, sino en América Latina, y que padecen la mayoría de nuestras agriculturas, es lo que algunos profesionales o técnicos científicos del agro llaman “la agricultura de los pies de barro”. Es decir, economías que, aunque se industrialicen, tienen un sector agropecuario muy pobre, y cuando uno observa los países desarrollados y estos últimos países que se están desarrollando aceleradamente, te vas a dar cuenta que ninguno lo ha hecho dándole la espalda al agro. Nicaragua es un caso claro, la mayor parte de la pobreza y la extrema pobreza están, más que en las ciudades, en el campo. ¿Por qué estamos al revés y de espaldas al agro? Porque por décadas hemos usado la riqueza del campo para financiar las industrias, las ciudades, los servicios... En otras palabras, la agricultura en nuestros países han contribuido al desarrollo de las ciudades, de las industrias, del comercio, de la modernidad, con un modelo de exclusión y de apropiación de la riqueza proveniente del campo.
::: ¿Cuando llegó a IICA, hace diez años, cuáles eran los problemas más graves del sector?
La producción del agro nicaragüense se estaba retrayendo, las exportaciones no rebasaban los 500 millones de dólares por año... los productores producían con un axioma de ‘vamos a producir y luego vemos dónde vendemos’ y ese axioma ha sido nefasto. Hoy es todo lo contrario, ven qué mercado existe, qué es lo que quieren de su producción y luego pasan a producirla... Éste es un país que no sólo tiene para abastecer su mercado interno, sino que tiene potencial para volver a ser un granero de Centroamérica y más allá... Hay una importante pero todavía limitada diversificación de la producción, que es otra de las limitaciones muy presentes hace diez años... hay que diversificar mercados pero también productos. Quizás lo más relevante sea que hoy hay instituciones para el sector más fortalecidas. Un CEI hace 10 años era casi inexistente, un APEN casi moribundo hace 10 años, hoy hay un CEI muy fuerte, un APEN bastante consolidado, un Cetrex muy impulsado, una Comisión de Fomento de las Exportaciones, hoy existe Agropecuaria Lafise, existe Agricorp, existe instituciones que se han venido desarrollando... Si hoy observamos iniciativas de inversión en el agro como pudiera ser la explosión del cacao, podemos pensar que en diez años el agro podría estar dando un salto importante. De nadie es desconocido, sin embargo, que los retos siguen siendo muy fuertes y muy crecientes, la pobreza no la hemos podido entre todos resolver, el éxodo de mano de obra temporal y a veces lamentablemente de manera permanente son signos y símbolos que no nos convienen...
::: ¿Qué limitantes se encuentran ahora?
Hay un dato que aún en Nicaragua no es tan perceptible como en otros países, que es la feminización de la agricultura, la prevalencia de la mujer al frente de las actividades porque el varón ha tenido que salir a buscar trabajo o del país muchas veces. El otro gran tema que países del cono sur y de otras regiones de América Latina lo empiezan a padecer es la ida de los jóvenes del sector rural, porque un joven busca expectativas, y tiene todo el derecho, y si el internet no ha llegado al campo, si el cibercafé no es suficiente, si la tecnología de celulares y de teléfono, si las expectativas de una mejor comunicación (es ausente)... va a hacer que la gente busque donde están esas condiciones de vida... es urgente hacer una reflexión para tratar de igualar en servicios y beneficios el campo con la ciudad, de lo contrario veríamos empobrecer el campo, pero sobre todo la huida, el escape de los jóvenes, que son la fuerza creadora, la fuerza pujante de la agricultura.
::: ¿Qué oportunidades tiene Nicaragua actualmente?
En Centroamérica Nicaragua está llamada a ser un gran país ganadero, a ser un gran país productor de productos orgánicos, a ser un gran productor de cacao, a ser un gran productor de lácteos, pero también de frijoles, también de hortalizas y creemos que esto es factible visualizar el agro como una fuerte oportunidad a la cual se le puede apostar y puede contribuir poderosamente al desarrollo y diversificación económica de Nicaragua y sobre todo el ataque a la pobreza. Creemos que lo puede hacer, no resolverlo del todo, como no puede el agro resolver del todo la matriz energética, pero sí con la biomasa que tiene, con el uso del agua, del viento, se puede generar electricidad y se pueden generar sustitutos para los productos provenientes del petróleo.
::: ¿Qué considera usted que se deba hacer para atacar la pobreza desde el sector agropecuario?
Yo diría que tres cosas. Lo primero es mejores instituciones de apoyo y fomento, tanto privadas como públicas. Dos: un importante proceso inversionista que permita apalancar el desarrollo tecnológico y la productividad y la innovación tecnológica, y tres: la asociatividad de las familias y de los productores en el agro.
Son tres pequeños grandes factores que pudieran llevar a una fórmula exitosa para resolver los problemas de pobreza en Nicaragua, que de hecho Nicaragua no debería estar hablando de pobreza, no tiene razón de ser pobre. Existen las causas y las conocemos, pero la solución está mucho más al alcance que cualquier otra acción que pretenda obviar que se trata de un arreglo institucional público-privado el que debemos hacer para salir de la pobreza. No estamos hablando de un país sin recursos, estamos hablando de un país lleno de recursos naturales, de mucho talento humano, de gente trabajadora y nos faltan que las instituciones también se pongan las pilas, se alineen todas ellas y realmente se establezca un axioma de pensar por la vía de los mercados, de no regalar nada, de hacer que la gente participe y valore, de elevar la dignidad de los productores, que se asocien para poder hacer buenas negociaciones de sus productos, para recibir en condiciones adecuadas la asistencia técnica y el crédito sin que sean altos costos como actualmente se dan. Creo que la unidad será la fuerza de un gran movimiento renovador del agro y yo espero que pronto surjan los nuevos líderes.
::: Desde su experiencia, ¿se podría asegurar que una mayor inversión y énfasis en el sector agropecuario podría ser una salida para la pobreza?
Yo digo que el agro pudiera ser la condición básica para resolver los problemas de pobreza que tiene el país, por los niveles de pobreza que tiene el país y por los recursos que contienen, pero no pudiera ser la condición suficiente. Me parece que el tema de la pobreza rebasa con mucho al propio sector agropecuario, tiene un sector muy importante como es la educación y la salud como factores importantes para resolver el problema de la pobreza, pero repito, el agro es como la plataforma, como la fundamentación de una estrategia que debería ir acompañada de otros elementos como educación y la salud.
Hay una tendencia prácticamente mundial de ver al agro como una actividad remanente, residual, como aquella que aporta cada vez menos a la riqueza, y ésa es una óptica errada... ciertamente hay otros sectores que generan más riqueza que el agro, pero el agro sigue siendo una pieza fundamental, por lo mismo es condición sine qua non de la existencia.
Tenemos que ver al agro como un gran sector al que se le puede apostar para invertir, los bancos deberían estarse dando cuenta que está creciendo la demanda de productos de fibras y los ambientales que proporciona el agro y son rentables, vale la pena apostarlo. Por eso pienso que el financiamiento, la inversión y la asociatividad es una ecuación ni muy compleja, se dice fácil, yo sé que en los hechos es más complejo, pero no es tan mala como para poder apostar y decir ahí está la síntesis del éxito.
::: Desde su punto de vista, ¿cuáles son las cosas que no se han aprovechado del agro nicaragüense?
Algo que hemos desaprovechado es que somos muy buenos productores, pero luego de la finca todo nos lo llevan, el capital se lo llevan y no tienes tanta oportunidad de agregar valor. El tema de la agroindustria se transforma en un tema sumamente ausente, es increíblemente inexplicable por qué en Nicaragua no ha surgido con mayor fuerza los procesos de agregación del valor, por qué no se parafina aquí la yuca, por qué el cacao se va como tal, con un mínimo de beneficio...
Segundo: acá hay un embudo de asignación de recursos para el sector agropecuario, quiero decir que se le asignan muchos recursos provenientes del Gobierno, de su presupuesto, de la cooperación, de las remesas, de la inversión, y cuando llega a los territorios caen gotas. Dónde quedó todo ese recurso... qué pasa, que se va quedando en la burocracia... El embudo debe transformarse en una pirámide, deben entrar recursos y amplificarse, que lleguen donde deben llegar. Tercero: la gente está muy acostumbrada a lo que le enseñaron a hacer. Si les enseñaron a sembrar frijoles, eso va a sembrar, si les enseñaron a ser ganaderos, de ahí no salen... Me parece que debemos cambiar un poco la actitud de los productores en las distintas regiones, para que se atrevan a innovar, a hacer algo nuevo.
También se debe aprender a ser formales. En otras palabras, si yo convengo contigo, incluso te doy financiamiento, y nos ponemos de acuerdo que cuando levantemos la cosecha de “X” rubro y después vengo y me dices que se echó a perder porque llovió mucho, pero yo sé que por detrás vino alguien de otro país y te ofreció diez centavos más por pieza, se lo vendiste a esa persona. Se debe aprender a formalizar nuestro mercadeo y ser serios en ese proceso.
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