Tegucigalpa, Honduras
Los aguaceros que nuevamente azotaron la capital dejaron muerte y destrucción. Cada vez que llueve, la tragedia ronda y el desenlace es cada vez más fatal.
La madrugada de ayer, cinco miembros de una familia perecieron cuando un alud de lodo y piedras cayó sobre su vivienda en la colonia 14 de Enero de la capital.
El reloj marcaba las 4:12 am, la lluvia había pasado y una aparente calma reinaba en el lugar. Un estruendo interrumpió el sueño de los pobladores de la colonia, y en cuestión de segundos, dos enormes rocas con un peso aproximado de tres toneladas cada una se desprendieron del cerro, cayendo sobre la vivienda adonde dormían ocho miembros de una misma familia, entre ellos un niño de 16 meses de vida.
De inmediato murieron soterrados Santos Adalberto Guzmán Díaz, 47 años, su esposa María Rosario Rodríguez, 44, su hijo Santos Adalid Guzman Rodríguez, 22, su esposa Elsi Yolany Mendoza Manzano, 22, y el pequeño hijo de ambos Jairo Yahir Guzman Mendoza, de 17 meses de edad.
Marvin Josué Guzmán Rodríguez, 14 años, Griselda Alicia, 12, Wendy Carolina Guzmán Rodríguez, de 22 años, hijos de Santos Adalberto y María Rosario lograron sobrevivir y fueron rescatados por unos vecinos.
Las enormes piedras también dañaron la vivienda de otra familia en la que resultaron heridos Pedro Roberto Maradiaga, 43 años, su esposa Amparo de Jesús Castro, 43, Hermis Rosalinda Maradiaga Castro, 19, y ángel David Maradiaga de siete meses.
Milagrosamente, al menos así lo dicen los vecinos del lugar, salieron ilesos Dora Maritza Maradiaga, 23, Juan Zelaya y Emerson Maradiaga de cuatro años.
Según los pobladores de la zona, no es la primera vez que se da un deslizamiento, pero sí es la primera vez que ocasiona una tragedia de gran magnitud.
“Cuando el Mitch, una de las casas que está en el cerrito se vino abajo y cayó sobre los cuartitos, pero no hubo muertos”, recordó Lidia Maradiaga, pobladora de la zona y pariente de los heridos.
Dramático rescate
Tras el llamado de los vecinos, socorristas del Escuadrón de Bomberos se presentaron al lugar; portaban dos plantas eléctricas, palas, piochas y otras herramientas para rescatar a los cinco cadáveres.
La actividad se extendió hasta las diez de la mañana cuando se logró sacar el cuerpo inerte de Santos Adalid. Para recuperar los cadáveres fue necesario que los socorristas desalojaran lo que quedó dentro de la vivienda y así proceder a tratar de destruir las enormes rocas para sacar los cadáveres que estaban bajo los escombros de la casa.
Dos de los cuerpos quedaron aprisionados bajo una la loza de cemento que era parte del techo de la residencia y este rescate fue el que tardó más.
Una vez que se sacaron los cinco cadáveres, sus parientes procedieron a reconocerlos mientras personal de Medicina Forense les mostraban cada uno de los cuerpos.
Escenas de dolor, angustia y desesperación se vivían en la zona cada vez que se rescataba un cadáver. Una de las escenas más dramáticas fue cuando se rescató el cuerpo del pequeño Jairo Jahir, cuando su abuela materna trataba de arrebatárselo al bombero que lo cargaba en sus brazos, por cuyo rostro rodaban lágrimas.
“No, mi muchachito no, déjeme chinear a mi niñito”, se lamentaba la señora.
¡Por qué, Dios mío, por qué pasó esto, por qué a mi familia!” clamaba una de las hijas de las víctimas al ver cuando los restos mortales eran trasladados al vehículo de Medicina Forense.
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