Jorge Ramos Ávalos
Si los republicanos quieren perder elección tras elección, durante generaciones, lo único que tienen que hacer es continuar su oposición a una reforma migratoria, proponer más leyes como la SB 1070 en Arizona e insistir en cambiar la Constitución para quitarle la ciudadanía norteamericana a los hijos de indocumentados. Ésa es la fórmula perfecta para perder el voto hispano y para perder elecciones. Quizás algunos republicanos creen que encender el sentimiento antiinmigrante tendrá resultados positivos para ellos en las elecciones de noviembre. Quizás. Pero a largo plazo, ir en contra del grupo que más rápido está creciendo en Estados Unidos es una especie de suicidio político. A los republicanos no les conviene ser percibidos como enemigos de los hispanos. Los 10 millones de votantes hispanos en 2008 se convertirán pronto en 20 millones, y luego…
Este año ya no habrá reforma migratoria. Y la culpa es tanto de los demócratas y del presidente Barack Obama como de los republicanos. Ya he escrito mucho sobre la promesa rota de Obama. Hablemos ahora de los republicanos.
¿Dónde están los once senadores republicanos que hace tres años votaron a favor de una reforma migratoria? Se necesitan varios republicanos para conseguir sesenta votos para una reforma migratoria en el Senado y no los veo por ningún lado. No veo ni uno solo.
¿Qué pasó con el senador John McCain, quien me dijo en una entrevista en 2008 que estaba a favor de un “camino a la ciudadanía” para los indocumentados, a quien él mismo llamaba “hijos de Dios”? Hoy McCain no votaría por una legalización.
McCain asegura que el supuesto aumento de la violencia en Arizona y la presencia de criminales y de narcotraficantes mexicanos lo han hecho cambiar su postura. Pero las cifras contradicen a McCain. La realidad es que el crimen ha bajado en Arizona.
Los crímenes violentos han bajado 15 por ciento (de 30,833 en 2006 a 26,094 en 2009), según reportaron MSNBC y el Departamento de Salud Pública de Arizona. Y los robos a propiedades también han bajado 17 por ciento en el estado.
¿Qué ha pasado con el senador Lindsey Graham, quien hace poco presentó (junto con el demócrata Charles Shumer) sus propias ideas para legalizar a millones? Graham dijo en una entrevista en FoxNews que era un “error” darles la ciudadanía automática a los hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos. ¿Por qué el enorme cambio de actitud?
Digamos las cosas claramente. Cambiar la enmienda 14 de la Constitución –que garantiza la ciudadanía estadounidense a todos los nacidos en Estados Unidos- no va a resolver el problema migratorio de once millones de indocumentados.
Es falsa la teoría –conocida en inglés como attrition through enforcement- de que los indocumentados se irán del país por su propia cuenta si les hacen la vida imposible.
No se van. Sólo cambian de ciudad o de estado. El hambre es más fuerte que el miedo.
Por ahora tratar de modificar la constitución es simple politiquería. No existe apoyo en el país a un cambio de tal magnitud. Además ¿estamos dispuestos a deportar bebés y a poner policías en las salas de maternidad de los hospitales?
Los republicanos que quieren cambiar la enmienda 14 de la Constitución aseguran que ha sido abusada por familias que cruzan la frontera para que sus hijos nazcan en Estados
Unidos. Sin embargo, hay otras enmiendas que también han sido abusadas flagrantemente y no las quieren cambiar. Por ejemplo, ¿estarían dispuestos a cambiar la segunda enmienda de la Constitución y limitar o prohibir el uso de armas de fuego para reducir el crimen en Estados Unidos? No lo creo.
Estoy sorprendido de lo que ha ocurrido en los últimos meses sobre el tema migratorio.
Ha sido secuestrado por ideas extremistas. La Casa Blanca perdió el control del debate. En lugar de estar discutiendo las ventajas de una reforma migratoria, estamos reportando sobre las consecuencias de la ley de Arizona y sobre la enmienda 14.
Quizás esta estrategia les funcione a los republicanos para ganar votos este noviembre.
Pero los votantes hispanos tienen memoria de elefante. Y no van a olvidar durante años a quienes los atacaron en uno de sus momentos más vulnerables.
Ya están advertidos.
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