jueves, 19 de agosto de 2010

¡Fabio no sirve para Presidente!

OPINION
POR AUGUSTO ZELAYA
Conociendo el afán de varios ciudadanos por llevar a Fabio Gadea Mantilla a la Presidencia de la República, yo creo, con absoluta seguridad, que Fabio no da la talla. Antes que me peguen fuego, veamos mis razones.
Fabio es y ha sido honesto. Trataría de que, entre otras instituciones, la CSJ y el CSE fueran entidades serias, trabajadoras, ejemplo de eficiencia y eficacia.

Seguramente Fabio vendría con la peregrina idea de hacer del Ministerio de Educación un ente moderno y útil para los miles de niños y jóvenes que no tienen educación apropiada.
Fabio querría que se mejore la salud de los ciudadanos y trataría que los hospitales estén bien atendidos en medicinas y que los tan buenos doctores tengan un complemento a su loable labor.
Y así hay varias cosas que Fabio querría hacer en agricultura, en educación, en infraestructura… en fin…
Pero Fabio no permitiría que se den las coimas para hacer cada una de las cosas que debe hacer el Gobierno, ni permitiría que se dilapide el dinero que se le da a los diputados para que sean los diputados más sinvergüenzas… perdón… más caros del mundo.
No. No puede ser. Fabio seguiría con sus Cartas de Amor a Nicaragua y con su libertad de pensamiento que me hacen recordar los tiempos de los griegos queriendo hacer su democracia y creyendo, falsamente, en que Nicaragua “volverá a ser República”, como dijo Pedro Joaquín Chamorro.
Y como Fabio viene y es de “tierra adentro”, trataría de darle ayuda verdadera a los chapiollos y no darles un chanchito y hacerles firmar un recibo de que recibieron US$$2,000.
Fabio traería un halo de esperanza y volveríamos a creer que debemos ser capaces de ser honestos y trabajadores porque sólo ahí está el éxito. Y Fabio nos ha dado el ejemplo de cómo ser buenos ciudadanos y buenos maridos y buenos padres y… recoger la basura… y dar las gracias cuando alguien nos abre la puerta… y darle la mano a un anciano… y lo veríamos en las calles sin escoltas difíciles y aterradoras… y veríamos a un Presidente capaz de hacer una fila para cobrar su cheque y no tendría siete u ocho carros vigilándolo, ni cincuenta policías cuidándolo y otros tantos cuidando su casa.
Yo no me puedo incluir en el círculo de amigos de Fabio. No voy a ser Ministro de Asuntos Extraterrestres, pero sé que me podría acercar a Fabio para pedirle cinco pesos, o para darle un consejo. Si fuera yo uno de esos payasitos que han proliferado en las esquinas en los últimos tres años en nuestra capital, estoy seguro que Fabio cambiaría el sistema, no para darme una dádiva, sino para que mi padre tenga un trabajo seguro y para que pedir no sea el estúpido ticket de pase para pensar en ser feliz.
Yo tengo confianza en Fabio; no porque sea liberal, sino porque creo que, con sus aleccionadores años, se ha dado cuenta que lo más valioso es poder salir a la calle sin miedo. Y, como decía mi padre: “Hijo: Cuando seas mayor y, un día, alguno de tus hijos vuelva a tu casa, lleno de orgullo y felicidad y te dice: Papá… encontré a don fulano y me saludó… ¡Y viera qué bien habló de usted. Entonces, sentite satisfecho del camino andado… Cómo lo recuerda ese señor… !” Eso es capital de honestidad…
Por eso creo que Fabio no da la talla. No es mafioso, ni ladrón, ni mal padre, ni abusador, ni...

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