viernes, 20 de agosto de 2010

Censura del siglo XXI

A las muchas y diversas agresiones contra la libertad de prensa que ha perpetrado el régimen de Hugo Chávez en Venezuela, en las que se incluyen hasta el cierre de medios como RCTV y la persecución, encarcelamiento y exilio de personas de prensa, se viene a sumar la prohibición de publicar fotografías de hechos y víctimas de la violencia pública cotidiana.

Esta es la censura de prensa del siglo XXI, o sea del sistema totalitario denominado “socialismo del siglo XXI”, que poco a poco el coronel Hugo Chávez está imponiendo en Venezuela y a fuerza de los recursos petroleros trata de expandir hacia otros países de la región, incluyendo a Nicaragua.
Precisamente porque el totalitarismo chavista es un fenómeno en expansión regional, resulta comprensible y justificado el temor que se ha despertado en Nicaragua, de que más adelante se imponga también aquí la censura de prensa, en esa o cualquiera otra de sus muchas modalidades. De hecho, desde que Daniel Ortega recuperó el poder presidencial gracias al pacto con Arnoldo Alemán, se ha hecho política de gobierno la hostilidad a la libertad de prensa y los medios de comunicación independientes, siendo el caso más reciente y actual el acoso orteguista a LA PRENSA por medio del Ministerio del Trabajo (Mitrab).
En el caso específico de la censura chavista de prohibir la publicación de fotografías relacionadas con la violencia pública, es evidente que se debe a tres razones fundamentales.
La primera es la fobia de Hugo Chávez a la libertad de prensa, de la que deriva su enfermiza intolerancia a los medios de comunicación independientes.
La segunda es que la violencia pública constituye actualmente el problema más importante para la sociedad venezolana, ante el cual el régimen chavista muestra muy claramente su ineficiencia gubernamental. Chávez ha convertido a Venezuela en uno de los países más violentos e inseguros del hemisferio occidental. Los venezolanos están cada vez más alarmados ante la creciente criminalidad y violencia pública. Tan grave es este problema, que hasta en cifras oficiales se admite que hay un promedio de 13 mil muertes criminales por año. Por eso es que, de acuerdo con todas las encuestas, la delincuencia y la inseguridad pública constituyen la principal o una de las mayores preocupaciones de los venezolanos, los cuales, dicho sea de paso, están convocados a votar en las cruciales elecciones de diputados a la Asamblea Nacional que se van a celebrar el próximo septiembre.

Los expertos en seguridad pública aseguran que el problema de la inseguridad y la delincuencia tiene o presenta dos aspectos principales. Uno de ellos es la delincuencia en sí, clasificada de acuerdo con la cantidad de actos delictivos que se cometen y su índice de crecimiento. El otro aspecto es la percepción que las personas tienen de la inseguridad pública, tanto porque han sufrido en carne propia la agresión de la delincuencia como por los detalles que conocen a través de los medios de comunicación social.
Eso, precisamente, es lo que determina la tercera razón o motivo del régimen de Hugo Chávez para imponer la censura a los periódicos venezolanos en la modalidad de prohibir la información gráfica sobre la criminalidad. Es decir, Hugo Chávez teme que la ciudadanía venezolana lo castigue en las urnas electorales por su ineptitud para combatir la violencia criminal y garantizar la seguridad pública, puesto que —aunque parezca mentira— en Venezuela el fraude electoral no es una amenaza tan grande como en Nicaragua y los ciudadanos esperan que en términos generales sus votos serán respetados.
Según algunas opiniones, el desenfreno de la violencia criminal en Venezuela se debe a la incapacidad del régimen de Hugo Chávez de garantizar la seguridad pública de la población, cual es la obligación primordial de cualquier gobierno. Sin embargo otras opiniones aseguran que la criminalidad se ha apoderado de Venezuela porque el mismo régimen chavista la fomenta, si no en forma deliberada al menos de manera indirecta. Es que la política de odio y confrontación que practica el gobierno de Chávez, el lenguaje oficial irrespetuoso y agresivo, el menosprecio gubernamental a los derechos de los que no están sometidos al poder, han roto el delicado tejido social, político y moral que envuelve la seguridad de la vida de los ciudadanos. Y han convertido al todopoderoso gobernante de Venezuela en alguien que no tiene poder para cumplir su deber más elemental, que es garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Y así, lo que Chávez no puede resolver lo pretende ocultar con la censura al estilo del “socialismo del siglo XXI”, que es el mismo totalitarismo del siglo XX..

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