sábado, 21 de agosto de 2010

OPINION CENTROAMERICANA ¿Cruzará usted su túnel?


Emilio Santamaría: directorSPAMFILTER@emiliosantamaria.com

Hay una vieja historia que relata el caso de un joven, muy sencillo, que realizó su primer viaje desde la hacienda de su padre, hasta la ciudad.
Conducía la carreta de la familia, totalmente llena de productos que debería entregar a un comerciante en el mercado. Siguió las instrucciones de su padre, fue adelante por el camino, reconociendo paso a paso los puntos que se le habían dado como referencias: la vuelta muy pronunciada, la casita blanca con un árbol manzano muy grande al frente, etc. etc.
De pronto llegó al túnel, y quedó perplejo ante él. Era esté muy largo, y muy oscuro. Tan sólo se veía allá a lo lejos, una pequeña luz de salida. Reflexionó por un momento. Y se dijo: no entraré, la salida es demasiado pequeña y mi carreta quedará atascada.

Y regresó derrotado.

Cuando contó a su padre, angustiado, el problema, éste ni siquiera se mostró sorprendido. Sencillamente pidió que recorrieran juntos el camino al día siguiente. Y aquel joven recibió de su prudente padre una lección muy valiosa: Hijo mío, le dijo, nunca te dejes impresionar ante una situación que parezca no tener arreglo. La mayoría de nuestros problemas son como este túnel que acabamos de pasar, a simple vista parecen no tener salida, o parece ser demasiado estrecha. Pero a medida que avanzamos en ellos, nos damos cuenta que siempre habrá, en cada caso, una salida apropiada.

Lo peor que pudo haberle ocurrido a este joven, hubiera sido no cruzar aquel túnel. “Mientras un hombre imagine que es improbable, no lo intentará, y consecuentemente le será imposible realizarlo” nos dijo Quintiliano hace siglos. Pero sus palabras siguen teniendo vigencia hoy.

Muchas personas han fracasado por no haber intentado siquiera resolver sus problemas.

Durante años he ayudado a la gente a enfrentarse a sus problemas con entereza y decisión. Casi se podría decir que ha sido mi principal labor como Instructor de los Cursos Dale Carnegie. Y si algo he aprendido es que no son los problemas en sí, sino la respuesta que la gente da a esos problemas, lo que hace la diferencia entre el éxito y el fracaso.

LO NEGATIVO: Derrotarnos, dándonos por vencidos al juzgar las dificultades como insalvables.

LO POSITIVO: Confiar en que Dios nunca nos dará un problema, sin darnos la capacidad de resolverlo.

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