Yalí Molina, presidente de Amcham, expresó que los miembros de esta institución se sienten satisfechos con la calidad de periodismo que se realiza en el país.
“Debo manifestar que existe una gran satisfacción por el periodismo que tenemos en el país, es un periodismo de lujo”, afirmó.
“Antes que nada, somos un contrapoder, unos impertinentes que no resisten la tentación de preguntar”. Con esas palabras, el periodista Octavio Enríquez, del Diario LA PRENSA, comenzó ayer su ponencia ante miembros de la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (Amcham), titulada El papel del periodismo frente al poder. Enríquez, quien el pasado 4 de abril recibió el premio Ortega y Gasset que otorga el diario El País, de España, a la mejor investigación periodística hispanoamericana, explicó que preguntar es la tarea primordial del periodista, aunque no sea la única. “Pero hay que saber hacerlo, como saber plantear un reportaje sin adjetivos, sin palabras que sobren”. Enríquez mencionó una serie de investigaciones sobre corrupción que se han realizado en el país, en diversos períodos de gobierno y destacó la batalla que una generación de periodistas está dando ahora, cuando abundan los casos de corrupción y la pasividad institucional. Enríquez dijo que “para entender lo que somos, hay que entender el pasado. La lucha contra la dictadura (somocista), que también se expresó en denuncias de corrupción como las llamadas inverosímiles, de los funcionarios ligados al régimen, del que cuentan muchos periodistas que vivieron aquellos años. El periodismo en Nicaragua es aguerrido”. El periodista destacó que “el cáncer de la corrupción está más avanzado ahora, cuando más de 500 millones de dólares del acuerdo petrolero venezolano se manejan anualmente sin ningún control, cuando el enriquecimiento se oculta en declaraciones de probidad”. Citó como ejemplo el caso del propio presidente de la República, Daniel Ortega, quien en su declaración de probidad, divulgada en febrero de 2006, indicó que tenía un capital que apenas sumaba 217 mil 943 dólares; menos de lo que suman los precios de los vehículos Mercedes Benz en que se moviliza y que están a nombre de terceras personas, según relatos publicados también por LA PRENSA.
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