viernes, 10 de diciembre de 2010

China utiliza a Liu Xiaobo como escarmiento para frenar la disidencia


El escritor y disidente chino Lui Xiaopin, principal autor del manifiesto democrático Carta 08, que mañana recibirá en Oslo el premio Nobel de la Paz, se convirtió el año pasado cuando fue condenado a 11 de años de cárcel por "incitación a la subversión de los poderes del Estado" en la víctima propiciatoria del Gobierno de Pekín para escarmiento de todos los opositores. El régimen afrontaba con temor 2009: a los aniversarios de los 20 años de la matanza de Tiannamen, los 50 de la ocupación del Tíbet y los 60 de la fundación de la República Popular se unía la crisis económica global, que ya estaba provocando los primeros conflictos sociales en el país en mucho tiempo.Los documentos hasta ahora secretos de la activa Embajada de Estados Unidos en Pekín y de sus consulados en algunas de las principales ciudades chinas dan cuenta de estos temores y del antídoto empleado por las autoridades: incrementar de la represión de los disidentes. Los despachos diplomáticos también recogen la cólera del régimen por las protestas internacionales, sobre todo de Washington y algunas capitales europeas, contra la condena a Liu y más aún por la posibilidad de que el Comité Noruego le concediese el Nobel.

En una reunión del embajador Jon Huntsman con cinco prominentes abogados defensores de los derechos humanos, celebrada el 14 de diciembre del año pasado, éstos le informan que desde 2008 China ha entrado en su "peor periodo" en cuanto a abusos en materia de derechos humanos. Aseguran que muchos letrados han perdido sus licencias, se ha incrementado la presión sobre las ONG y se ha redoblado el hostigamiento a los disidentes, cuyos movimientos son restringidos y estrechamente vigilados. El año 2009 concluyó con el ciberataque a Google, la ejecución de un ciudadano de nacionalidad británica, la primera condena a muerte de un europeo en 50 años, y la sentencia contra Liu.

Cada vez más molesto

La condena del principal autor de la Carta 08, un manifiesto con 19 propuestas de reformas democráticas publicado en Internet en diciembre de 2008, desata una campaña internacional que es rechazada una y otra vez por los portavoces del Gobierno de Pekín con rutinarias respuestas sobre la "inaceptable intromisión en los asuntos internos de China" o la "independencia" de sus sistema judicial. Pero la protesta no cede y el Gobierno de Pekín está cada vez más molesto con el embajador norteamericano que, a tenor de los cables, no deja de interesarse por el caso Liu en sus contactos con las autoridades.

Un documento fechado el 12 de diciembre del año pasado recoge la reacción de Ding Xiaowen, subdirector del Departamento de las Américas del Ministerio de Exteriores. El alto funcionario advierte que Washington debe "de dejar de usar los derechos humanos como excusa para entrometerse en los asuntos internos de China" y que "los así llamados" abogados de derechos humanos y disidentes pretenden sacar adelante sus "intereses egoístas" atacando al Gobierno de Pekín. Ding recuerda que fue embajador en Botswana y que el primer derecho humano es tener "comida y techo" y que China "ha realizado grandes progresos en el bienestar de la gente" en las últimas décadas.

Las presiones chinas no tendrían efecto y peor aún, el Comité Nobel noruego anunciaba el pasado octubre que el premiado era Liu Xiaobo. Si ya cuando era una posibilidad, a principios de febrero, según atestiguan los cables diplomáticos, los portavoces del Ministerio de Exteriores chino la calificaban de una "completa equivocación", su concesión desató una agresiva campaña de Pekín en todo el mundo para lograr el boicot a la ceremonia de mañana. Al menos 18 países fueron convencidos.

Una fuente protegida de la Embajada norteamericana en Pekín, como buena parte de las personas, en su mayoría disidentes, que desfilan por la legación, y que dice ser consejero especial del Comité Nobel noruego informa en marzo de 2009 de que Oslo ya había barajado la posibilidad de premiar a un ciudadano chino en 2008 pero que la celebración de los Juegos Olímpicos recomendaba aplazarlo y que el año en curso podría ser el momento apropiado. La fuente citada se reúne con las autoridades y propone una serie de nombres de activistas de los derechos humanos o incluso la posibilidad de repartir el premio entre tres "incluyendo a Deng Pufang, hijo de Deng Xiaoping, que sería aceptable para los chinos y representaría un impulso para los discapacitados".

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