viernes, 5 de agosto de 2011

OPINION...Si no existe la vejez ¿por qué tantos viejos?


Rómulo Emiliani: opinionSPAMFILTER@laprensa.hn
Si decimos que el alma no envejece, que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y nuestro destino es la eternidad, y que se vive “por dentro” plenamente sin importar los años cumplidos, ¿por qué hay tantos viejos? Antes de responder a esta pregunta sería bueno recordar algunas figuras célebres que nunca se consideraron viejos y trabajaron intensamente después de los ochenta años aunque el cuerpo no respondiera como a los cuarenta. Jefes de estado como Adenauer en Alemania, Churchill en Inglaterra, Franco en España; los inspiradores Gandhi y la Beata Teresa de Calcuta en la India; el Beato Juan Pablo II; otros como los pintores Miguel Ángel y Picasso; músicos como Casal, Segovia, Fallas, Lara. Los hay en todas las profesiones. Sabemos de admirables “centenarios” que siguen relativamente activos en su vida. Usted conoce algunas personas que después de los ochenta siguen trabajando, ilusionados en el cumplimiento de sus metas. Podrían ser más, pero la gente se “programa” mentalmente para ir deteniendo el proceso de recuperación de energía porque creen falsamente que llegado el tiempo de “adulto mayor” ya tienen que malamente envejecer, gastarse, inmovilizarse y morir.

Salvo casos genéticos y condiciones físicas provocadas por enfermedades que vienen de “afuera” causadas por bacterias, virus, etc., los accidentes mortales y actos de violencia, el cuerpo humano está diseñado para responder con vitalidad muchos años y cada vez crece más el promedio de vida, gracias a la mayor higiene personal y colectiva, avances de la medicina y sana alimentación. Añadiríamos: el ser humano está rompiendo el mito mental y cultural de que ya uno es viejo después de los setenta y empieza a ser “un pobre viejo”. Esto es falso desde el punto de vista espiritual, psicológico y médico.

La cuestión de la vejez tiene que ver sobre todo con el cansancio mental y emocional, que va consumiendo a la persona, haciéndole perder energía física. Este cansancio tiene relación con frustraciones, acumulación de sufrimientos, angustias y temores. Las personas que no hacen una “limpieza” (purificación) periódica en su alma van guardando en su memoria, algunas veces de manera obsesiva, recuerdos tristes del pasado, rencores y miedos. Estos quedan “almacenados” en la conciencia y fácilmente salen a relucir cuando la persona está agotada y aparecen en la “pantalla mental” con incómoda brillantez, ya que el “fondo negro” del negativismo hace sobresalir cualquier destello.

La vejez tiene que ver con la “carga de pensamientos y emociones negativas” que se arrastran y puede empezar su marcha destructiva a los treinta o cuarenta años. Hay personas que prácticamente “arrastran los pies” en la vida y no tienen ni cincuenta años. Se les nota una pesadez en el cuerpo, una lentitud en sus movimientos, una “desgana” existencial y es porque están cargando en sus espaldas “toneladas” de inconformidades. Otros porque están vacíos de ilusiones y metas reales, profundas, claras, envolventes y motivantes. No le encuentran sentido a nada y por eso andan en la búsqueda de sensaciones placenteras y pasajeras para sentirse bien: licor, droga, diversiones insanas… en el fondo son existencias aburridas.

También el agotamiento viene por estar sujetos a situaciones estresantes provocadas por oficios muy absorbentes con poco espacio para el descanso y la convivencia familiar y la necesaria experiencia espiritual. Esto hace que las personas envejezcan prematuramente, se “gasten” muy rápido. La vida sedentaria, el darle poca importancia al cuerpo, el no ejercitarlo ni alimentarlo adecuadamente, causa la obstrucción de arterias, el anquilosamiento de músculos y articulaciones, la poca flexibilidad y la sensación de que uno se va deteriorando irreversiblemente, de que uno “es viejo”.

Es muy importante revisar también el lenguaje repetitivo: “qué cansado estoy”, “estoy nuevamente enfermo”, “me duele todo el cuerpo”, “qué vida tan triste, tan desgraciada”, “para qué vivir así”… el lenguaje influye en el pensamiento y éste en las actitudes y de ahí el comportamiento es el de una persona “vieja”, no importa la edad, alguien que le fastidia el vivir. Se sabe que hay pensamientos que pueden provocar por su intensidad enfermedades y hasta acortar la vida. Cuidado con el poder de la sugestión usado para el mal. Es muy importante revisar nuestro lenguaje cotidiano e ir desterrando las expresiones negativas repetitivas.

Recuerde: la mente influye en el cuerpo y uno puede causarse enfermedades sin motivo físico. Si uno usa mucho su cerebro y ejercita su cuerpo puede alargar la vida con calidad. Su cuerpo obedece a sus emociones. Su mente puede acelerar su desgaste físico. Si conecta con la fuente de la vida que es Dios y vive su presencia se sentirá siempre joven y con Él será invencible.

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