sábado, 6 de agosto de 2011

Catrachas abusadas dan escalofriantes relatos


San Luis Potosí, México
Dos mujeres hondureñas víctimas de trata de personas y refugiadas en un albergue en México, Distrito Federal, dieron testimonio de la pesadilla que les ha tocado por buscar un mejor futuro para sus familias.

Aunque al principio estaban contentas y muy expresivas, once mujeres en custodia federal de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, Fevimtra, le expusieron sus preocupaciones al canciller Mario Canahuati y le pidieron que les ayude a gestionar el pasaporte.

Una de ellas, retraída y algo preocupada por contar su historia, se llama Blanca, originaria de Santa Bárbara y con 34 años de edad.

La mujer hondureña trabajaba en una maquila en Choloma, Cortés, y decidió irse a Estados Unidos ilegalmente hace un año porque cerraron la empresa en que laboraba.

“Cuando llegué a Chiapas, una persona nos dijo que nos iba a llevar a Estados Unidos gratis, pero que en el otro lado debíamos pagarle 2,000 dólares. Después ya no fue verdad. Nos llevaron y nos secuestraron”, comentó.

Cada una de las hondureñas víctimas de trata, violación y secuestro le expuso al canciller sus dolencias y le agradecieron la promesa de ayudar en sus casos.

Blanca dijo enfáticamente que en el grupo de secuestradores existen lamentablemente hermanos hondureños.

“Me secuestraron”

Blanca estuvo mes y medio secuestrada en Tamaulipas. “Me tenían en una casa custodiada y me maltrataron. No era un burdel. Había 52 personas secuestradas, pero sólo pedían dinero. Si daban dinero, siempre te mataban. Un día llegaron los militares porque les tomó curiosidad ver la luz prendida. Era una residencial. Estábamos en el piso todos. éramos ocho mujeres y los demás eran hombres. Todas las mujeres éramos hondureñas”, comentaba entre lágrimas al recordar su secuestro.

“Entre los hombres había dos guatemaltecos y dos salvadoreños. Todos los demás eran hondureños. Llamaron a mi familia para que les mandaran dinero. Pedían cantidades grandes y mi familia no tenía. Los militares abrieron la puerta y atraparon a los secuestradores que estaban ahí; uno de ellos era hondureño. Estábamos tirados en el piso. Fue mes y medio de secuestro, en los mismos días de la masacre de Tamaulipas”, expresó Blanca, que tiene un hijo de 22 años en Honduras.

Blanca ahora está en un refugio en Ciudad de México y se siente segura después de lo que le pasó al ser secuestrada. “Los que nos secuestraron a nosotras son un cartel grande, el del Golfo. Son narcotraficantes que están secuestrando. Nos secuestraron en el tren, en Chiapas. Se subieron en el tren y nos bajaron. Se drogaban enfrente de nosotros y a algunos secuestrados hasta las uñas les sacaban, los torturaban”, agregó Blanca.

Desintegración familiar

Blanca planea volver a Honduras, ya que el Gobierno no les brinda oportunidades de trabajo a las mujeres como ella. Su plan inmediato al obtener el pasaporte es buscar un trabajo y ayudar a su hijo en Honduras. Está en un refugio de mujeres de puertas abiertas, en el que pueden salir a trabajar, pero para eso necesitan sus documentos.

“Este caso es especial y claro que vamos a ayudarlas. La mayoría de ellas necesitan que les arreglen sus papeles y la Cancillería de la República está disponible para que ellas arreglen su situación migratoria. Por otro lado, aquí hay serios problemas de desintegración familiar. Estos casos son más especiales y deberemos prestarles atención por medio de la embajada en México para ayudarlas”, les manifestó el canciller Canahuati a Blanca y a las otras diez hondureñas que están en el refugio.

También se conoció el caso de Magda, hondureña que residió en Estados Unidos casi toda su vida y fue deportada a Honduras, por lo que intentó ingresar ilegalmente, pero fue secuestrada en México. “Me hicieron de todo; me maltrataron, me violaron. Por la Marina estoy aquí viva y aquí en la Procuraduría General de la República, PGR, estoy viva. Me golpearon, me maltrataron y me hicieron lo que quisieron. Me secuestraron en Palenque y me encerraron en una casa en Reynosa. Me engañaron dándome comida y diciendo que me van a llevar al otro lado. Todo al final es mentira”, relató Magda.

Canciller recorre vía férrea en San Luis Potosí

De nuevo, el canciller de la República, Mario Canahuati, hizo visitas sin precedentes en la historia de la diplomacia hondureña.

Hasta la fecha, ningún funcionario, mucho menos un canciller, se ha ocupado de visitar centros penales y refugios de migrantes y decidió ir ayer a la línea del tren en la ciudad de San Luis Potosí, a unas cuatro horas del Distrito Federal y a ocho de la frontera con Estados Unidos.
En una zona totalmente desértica, el canciller arribó a la desolada línea del tren que atraviesa el estado de San Luis Potosí con rumbo a Estados Unidos.

“Da escalofríos estar en este lugar, donde probablemente han muerto cientos de compatriotas que intentan subirse en el tren conocido como bestia de acero. Es impactante estar en este lugar”, dijo Canahuati. En ese momento pasó el tren a Estados Unidos y un par de migrantes le dijeron adiós a él y su comitiva en la desolada zona.

El canciller decidió ir al sitio para conocer y entender el suplicio de los migrantes hondureños y los riesgos que corren al tomar el rápido tren, que sólo deja las huellas de la incontrolable migración y luto en las familias.

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